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Otra víctima

 

Alba tiene 6 años y está en el hospital en estado grave. Su padrastro - un presunto hijo de puta- le propinó -presuntamente- una paliza casi mortal. Hechos así le hacen hervir la sangre a cualquiera, más si la víctima es un ser indefenso y a todas luces inocente de cualquier tropelía. Vivimos en un país en el que los maridos ensañan con sus mujeres casi a diario, y en el que casos como el de Alba saltan a la palestra cada dos por tres.

A riesgo de que caer en la demagogia y el populismo, uno se pregunta en qué narices están pensando los políticos patrios. Sin duda es mucho más importante reformar la Constitución para que doña Leonorcita pueda llegar a ser reina, o para que los capitostes periféricos se queden con la pasta de los aeropuertos. En España, los verdaderos problemas pasan por que La Caixa o E-On se queden con Endesa, o que el castillo de Montjuic -del que ya les he hablado- pase a convertirse en un museo del buen rollo. Estos son algunos de los debates abiertos en la prensa española. Patético.

Mientras tanto, el españolito de a pie se enfrenta cada día a una verdadera jungla. Indefenso, sólo puede rezar para que no le pase nada y a ningún cafre se le ocurra ponerlo frente a su punto de mira. Luego pasa lo que pasa, y a la gente se le hinchan las pelotas y acaba votando al primer desaprensivo de extrema derecha que le promete tranquilidad. De momento no se ha escuchado a ningún político patrio -por lo menos en público- hablar de un cambio en nuestra blandita legislación. Nadie -además de las familias de las víctimas de cualquier fechoría- parece estar interesado en dotarnos de una justicia de verdad. Y digo esto desde mi constitucionalismo ferviente y mi incondicional adhesión a los principios reflejados en la Declaración de los Derechos Humanos. Nada de penas de muerte, torturas ni milongas por el estilo. Eso queda para salvapatrias y fascistas varios. Aquí, por lo que el ciudadano medio clama es por una justicia de verdad, no contaminada por principios de patio de colegio que culpan de todo a la sociedad y convierten al delincuente en una mera víctima. ¿A dónde vamos con un cuerpo judicial compuesto por jovenzuelos empollones que se sacan una oposición ? ¿Es que no sería más razonable que para ser juez hiciera falta una larga trayectoria profesional como jurista? Por no hablar de esas leyes de mentira que han convertido a España en el paraíso de la delincuencia (dicho esto por varios integrantes de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado).

Posiblemente esta no sea la solución para acabar con la delincuencia, y de hecho puede que incluso les de la razón a quienes lo piensan, pero uno se quedaría más tranquilo al saber que a gentuza como el padrastro de Alba no la soltarán del talego hasta el 2050 -por lo menos-.

1 comentario

Cereza -

Una treta muy común de los políticos es hacernos mirar a otro lado mientras lo gordo pasa sin que nos demos cuenta por la puerta de atrás.
Sin embargo, con el triste caso de Alba, me da la sensación de que el tema tira por otros derroteros. A mi parecer, los medios de comunicación han traspasado la barrera de lo digno y nos han atiborrado con un alud de información que no aporta nada más que morbo. ¿O es que acaso el testimonio de un obrero que trabajó en la casa de la niña tiene algo importantísimo que decir?
Me parece de mal gusto y de escaso sentido común, sobre todo teniendo en cuenta que, en un par de semanas escasas, este tema ya habrá sido reemplazado por otro.