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librodearena

Pecadores de la pradera...

 

La polémica de la Semana Santa, a falta de dinamita ECO, ha surgido en una pequeña parroquia madrileña regentada por un terceto de curas “rojos”. Al parecer los mossens se pasan la liturgia católica por el arco del triunfo, dan pan en lugar de hostias y vino Don Simón a falta de otra cosa. Leonardo Boff estaría orgulloso y a mí, este trío, me cae hasta simpático. Más que nada, debo aclararlo, porque está bien que de vez en cuando alguien se salte a la torera cualquier tipo de ortodoxia.

Por otro lado, ayer domingo se juntaron todos los progres de Visa Oro de los madriles en plan compadreo solidario con los curitas. Ya se sabe, lo de estar con los pobres es algo que han mamado desde pequeños. Lo curioso es que hasta la fecha por allí sólo han aparecido putas yonkis y gente de mal vivir; a los titiriteros los veían por la tele. Uno se pregunta si dicho acto solidario se hubiera llevado a cabo si la agraviada no hubiera sido la Santa Iglesia Católica. Vamos, que éstos se apuntan a bombardeo con tal de ajustar cuentas con la curia.

Así las cosas, y pese a que me considero decimonónicamente anticlerical, hay jardines en los que no me meto. Más que nada porque la Iglesia es un “club” al que uno se apunta sabiendo de qué va el baile. Al que no le gusten sus reglas, como es mi caso, puede optar por pasar olímpicamente de la institución o apuntase a la competencia, por ejemplo. Dejo constancia, de todas formas, de que a mí estos curas “rojos” me parecen más cercanos a la doctrina del Nazareno que la mayoría de obispos barrigones de la jerarquía. No me cabe la menor duda de que cuando llegue el Segundo Advenimiento y todo se vaya a tomar por saco, el Maestro, desde su trono, pasará cuentas con más de uno tocado con bonete. Ello no es óbice para que sienta que los tres curas estén meando fuera de tiesto y que harían bien dándole puerta a la Iglesia y montando una ONG. Los católicos llevan 20 siglos –que se dice pronto-- con sus ritos y tradiciones, y no van a venir ahora cuatro desharrapados a desmontarles el chiringuito. Y es que la mayoría de católicos romanos están encantados con cómo están las cosas –no hay más que escuchar la COPE-- . Así que si a alguno no les gusta, ahí está puerta.

Lo demás son ganas de marear la perdiz y meterse en camisas de once varas. De igual modo que me repatea el higadillo que Benedicto XVI me diga que no use gomita cuando estoy flamenco o, en otro orden de cosas, que no experimenten con células madre para curar la parálisis medular, yo no les voy a decir a ellos cómo tienen que dar misa. Como dice el refranero, cada uno en su casa y Dios en la de todos.

3 comentarios

elprimo -

flamenco, que eres tú mu flamenco...

Autor -

Cuando te refieres al Dios católico no... Enteradillo, jajajaja. Un abrazo, kali.

Kali -

dios es con minúscula... :p