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Desmontando mitos I

A poco que uno rasque en la Historia se da cuenta de que la mayoría de axiomas que se dan por ciertos resultan no serlo tanto. En especial aquellos referentes al nacionalismo periférico. Y es que desde hace unos años un servidor tiene una afición, aunque para ser moderno y guay debería decir hobby. La culpa la tiene un señor llamado Juan de Cardona y que vivió a finales del siglo XVI. Y es que según la historiografía nacionalista los catalanes estaban subyugados por la corona española (aunque debería decir castellana), que año tras año hacía lo indecible para recortar las libertaddes de tan noble nación.
Bueno, pues uno va y se encuentra al pobre Juan de Cardona al mando de siete galeras (tres calatalanas y cuatro venecianas) en plena batalla de Lepanto. Algo no cuadra; en todos mis años en la Facultad de Historia nunca se comentó nada parecido. ¿Pero los tercios y esas cosas tan "fascistas" no estaban compuestos por castellanos y mercenarios? Pues parece ser que no. Y el citado Juan de Cardona no fue el único: don Luís de Requessens, señor de Molins de Rei y Martorell (dos poblaciones pegaditas a la mía), participó como comandante en varios hechos de armas durante los reinados de Carlos V y Felipe II, éste último amigo suyo.

Sólo por mencionar algunos de estos hechos, que algún historiador catalanista calificaría de anecdóticos, don Luis de Requessens, a la sazón Comendador de Castilla (¿un catalán con la encomienda del reino que lo oprimía?), comandó cuatro galeras de la Orden de Santiago destacadas en el Mediterráneo, participó en las guerras contra los luteranos en los territorios imperiale, para más tarde ser ascendido a Capitán general de la Mar, cargo que compaginó con el de consejero de don don Juan de Austria, siendo un  personaje decisivo en la ya citada Batalla de Lepanto. Por último, el bueno de don Luis fue nombrado gobernador de los Países Bajos en sustitución del celebérrimo Duque de Alba.
Pero la duda me asalta, ¿no es cierto que estos dos personajes podrían muy bien haber sido unos meros zipayos, unos arribistas que le bailaron el agua al poder de la época mientras sus compatriotas catalanes resistían la dominación española? Pues va a ser que no. De hecho, en los mismos Países Bajos tenía asiento el Tercio de Luis de Queralt, formado en Cataluña y donde prestaron servicio más de 32.000 hombres (17 compañías de 1900 hombres). El Tercio llegó a los Estados Bajos el 7 de diciembre de 1587 y tenía como objeto participar en la invasión de Inglaterra, frustrada por el desastre de la Armada Invencible. Para colmo, sólo cabe mirar las listas de apellidos del resto de tercios para comprobar que menudean apellidos catalanes.
Más tarde, durante el crepuscular reinado de Carlos II, los tercios catalanes eran una realidad frecuente en las constantes guerras contra Francia, aunque antes de eso ya se tienen noticias de la presencia en Italia de tercios catalanes durante la coronación como emperador de Carlos V. Más aún, según un acuerdo firmado en 1519 por Carlos V y la Generalitat, las tropas que operaran en el Mediterráneo deberían marchar bajo la bandera aragonesa (la de las cuatro barras, ya que la de Cataluña era la de San Jorge), algo que todavía hoy está en uso, ya que el Tercio de la Armada lleva en su escudo el águila bicéfala imperial y el escudo cuatribarrado.
Y no acaba aquí la cosa, pero como todo lo bueno se hará esperar...

Métodos

Métodos

Leo que los independentistas catalanes quieren boikotear un acto de UPyD en Barcelona. Según parece quieren sabotear un puesto de recogida de firmas en favor de la lengua común. Me he pasado por el foro indepe en cuestión y, como siempre, me he encontrado con el fascismo más puro y concentrado. Sólo hay que ver la foto de Rosa Díez que cuelgan en el susodicho foro. Personalmente no me sorprende en absoluto nada de lo que leo, conozco a estos nazis de mis años en la universidad y me espero cualquier cosa de ellos.

Por ejemplo, un forero escribe una frase en español con faltas de ortografía y la ilustra con la foto de un típico joven de extrarradio: peinado de cenicero, collar de oro por encima del jersey, etc. Vamos, lo mismo que hacían los nazis cuando ilustraban el estereotipo del judío. El castellanoparlante es un garruloy un analfabeto, mientras que ellos son el sumun de la cultura. Lástima que no conozcan mucho de literatura universal, pero sería pedirleperas al olmo.

También me he encontrado con la supremacía racial y el visctimismo en comentarios como este (escritro en español para que no quepan dudas de lo que quiere decir):

En Asturias notas que sin tener ningún talento especial, gozan de unas infraestructuras impresionantes que de ninguna manera son fruto de su esfuerzo, sino del nuestro… Asturias cuenta con una gastronomía que, cuando no tiene pretensiones es grosera, y cuando las tiene resulta fallida; no se nota inteligencia en ninguna parte; todo tiende a un inmenso bostezo, todo recuerda la rudimentaria mediocridad de los mantenidos, la clase de vida que se lleva cuando no tienes que ganartela… Si eres catalán y pagas tus impuestos da mucha rabia viajar por España y ver a dónde va a parar tu esfuerzo: a toda esa gente que no nos han presentado nunca y que enseguida nos insultan. Se te quitan las ganas de trabajar cuando viajas por España. Y no es extraño que trabajar para hacer más grande al enemigo e invasor acaba por enfadarnos”

PALETOSSSSSSSSSSSSSSSS

Tomen nota, señores asturianos.

Luego me encuentro ante la negación de la evidencia de que el independentismo pierde fuelle. Lo achacan a que los partidos soberanistas no lo son lo suficiente y esto desencanta a la mayoría del pueblo catalán, que como todos ustedes saben, bebe las aguas por la independencia.

Pero lo mejor es la forma tan democrática que tienen, al más puro estilo camisa parda, de reventar actos. Proponen cosas como impedir físicamente que la gente firme, destruir las hojas de firmas, mancharlas, garabatearlas y un sinfín de trucos más. Un verdadero ejemplo de sus métodos.

Todo el foro en sí es delirante, fruto de la mente perturbada de postadolescentes de clase media con mucho tiempo libre. Les invito a que visiten el foro en cuestión y lean (el catalán se entiende bastante bien) las tácticas y modos de esta gentuza.

¿Y mis antiguos compañeros de la izquierda? Callan, no abren la boca. Los fachas somos nosotros.

CAMPEONES

CAMPEONES

Como la mayoría de españoles ayer me quedé enganchado a la pantalla del televisor. La final de la Eurocopa ha sido uno de los momentos más importantes de la historia del deporte español, pero todo lo que se ha movido alrededor de la selección va más allá de lo meramente deportivo.

Escuchaba el otro día a un comentarista de RAC1 decir en un catalán impoluto que lo que le molestaba de esta eurocopa era la "sobredosis" de símbolos españoles y de patriotismo. El buen señor no recordaba, o no quería recordar, cómo en algunas zonas de España nos machacan constantemente con cosas tan intrascendentes (y las audiencias de televisión me remito) como partidos de la selección catalana de fútbol o partidos hockey jugados en la Conchinchina contra la selección de Turkmenistán. Tampoco se refería el buen señor al machaqueo constante del Barça en todos los medio catalanes o cómo es casi imposible ver una televión de esta tierra sin que te metan el nacionalismo con calzador.

pues bien, señores, yo ayer me alegré infinitamente de que la selección de fútbol de mi nación, en la que jugaron brillantemenete jugadores catalanes, ganaa la Eurocopa. Me sentí feliz de ver la banderas de mi país ondear en Viena y al escuchar a mis compatriotas celebrar la victoria. Y sobre todo me siento feliz de que los símbolos de mi país hayan sido de todos, no de unos ni de otros, sino de todos los ciudadanos que vivimos en España. Creo que esto es un paso importante para reivindicar que tanto la bandera como el himno no son patrimonio de una ideología, sino de todos los españoles. Y al que le pique, que se rasque.

Y por supuesto me alegré (y me reí sobremanera) cuando al finalizar el partido no dejé de escuchar petardos y bocinas de automóviles, cosa que a más de uno le sorprenderá en este Matrix virtual en el que todos deberíamos ser independentistas. Por no hablar de esas concentraciones espontáneas en Las Ramblas y en la Plaza de España de Barcelona, donde miles de seguidores celebraron el triunfo de nuestra selección.

Además, jugamos mejor que nadie y disfrutamos de buen fútbol, que no es moco de pavo.

 

El anuncio

 

No soy muy dado a mirar anuncios, más que nada, podría decirse que me deslizo sobre ellos entre actos de alguna película. Pero con este me pasa algo curioso; una lejana nostalgia que no sé muy bien de dónde narices sale me hace extrañar un tiempo en el que no viví.

El anuncio en cuestión es de una tarjeta de crédito, hasta ahí nada más prosaico. Una familia disfruta de un día de playa, el niño, en compañía del padre, construye en la arena lo que parece ser la Sagrada Familia de Barcelona. Una notas de piano, con ese sonido ajado que sólo tienen los discos antiguos, preceden a una voz profunda, a un “ay” largo y profundo que sólo puede venir del sur. Adivino una copla de las de antes, cantada magistralmente por Estrellita Castro, Imperio Argentina o alguna folklórica de la época del blanco y negro. Un largo lamento nacido del sufrimiento de una gente que es la mía, criada entre olivares al son de la música de guitarra.

Lo siguiente que se ve es la silueta de un hombre alto y delgado, una sombrilla bajo el brazo hace la vez de lanza y un compañero regordete sigue sus pasos. El eterno caballero manchego y su amigo, me digo. Por último, con la familia ya reunida, el niño observa el rostro cubista de su madre a través de un vaso.

Es esto, pienso. En apenas veinte segundos alguien ha capturado el alma de esta piel de toro que tanto amo y tanto odio. Es esto, sí. Son todas esas pequeñas cosas que hacen que se me ponga la piel de gallina y que me diga que no todo está perdido.

 

El último cazador

El último cazador

Anteanoche, por aquellas casualidades de la vida, me topé con una pelícua en la 2 de aquellas que te dejan pegado al sillón. Resulta que entre mordisco y mordisco de mi bocata de atún, dándole al zappíng a ver si encontraba algo decente mientras cenaba, me encuentro con un paisaje nevado y un tipo arrastrado por un trineo de perros. Hostia, me dije, esto debe de ser Alaska o algo así. Con suerte alguna adaptación de una novela de Jack London. Pero no, se trtaba de El último cazador, una película en la que el prota se interpreta a sí mismo como trampero del vasto norte.

La acción se desarrolla en el territorio del Noroeste, en Canadá, donde un trampero cincuentón vive del mismo modo que lo hacían aquellos míticos aventureros como Daniel Boom o David Crocket; al estilo de aqulla grandísima película titulada Las aventuras de Jeremiah Johnson, todo un clásico. La trama retrata de forma fidedigna la vida en plena naturaleza en compañía de  cinco perros y una mujer india. Con amigos de esos que hacen 100 kilómetros en medio de una ventisca para visitarte o borracheras antológicas en el bar del pueblo más cercano (el concepto de cercano es bastante flexible en esa zona). Todo un alegato sobre la ecología, la de verdad, no la de tanto cantamañanas oportunista que se viste de verde.

Lo bueno del asunto es que, al ver a aquel tipo cazando caribús, vestido con sus pieles y con su rifle al hombro, me dieron unas ganas irresistibles de mandarlo todo a hacer puñetas y pillarme un billete de avión para Canadá. Cambiar la ciudad repleta de enanos mentales por la soledad ártica, por el frío, los lobos y los vivacs a media noche en medio de una tormenta. Debe de ser duro de narices, y estoy seguro que en esas circunstancias me preguntaría qué coño hago yo allí pudiendo estar en mi casa con una cervecita delante del televisor. Pero soñar no cuesta dinero, y quien sabe si dentro de poco o mucho decido retirarme del mundanal ruido y vivir como lo hacían antes, cuando los tipos se vestían por los pies y les bastaba tener tres o cuatro cosas claras para sobrevivir; sin tanta flauta ni buenrollismo barato. Sin Operación Triunfo, ni móvil, ni políticos, ni tanto gilipollas a mansalva. Qué delicia.

 

Telediario koreano

Telediario koreano

Ayer sentí vergüenza de ser periodista. Reconozco que es una sensación cada vez más más habitual, debida en gran medida al comportamiento canallesco de un nutrido grupo de mis compañeros. Que conste que no hablo de la llamada prensa rosa, puesto que considero que "eso" es otra actividad profesional más ligada al cotilleo de portería que al periodismo "serio".

Si hay algo que me pone literalmente de los nervios es ver, escuchar o leer al apesebrado de turno defendiendo a capa y espada a su partido del alam. Ejemplos; desde Isabel San Sebastián, Ignacio Villa, Carlos Dávila a mis especialmente queridos Enric Sopena o Maria Antonia Iglesis. Estos últimos, en especial, sobrepasan ampliamente los límites del sectarismo para adentrarse en el territorio del fanatismo más absoluto. Nauseabundo. Digno de ser estudiado en las facultades como ejemplo de a lo que puede llegar un periodista cuando abandona el espíritu crítico y se convierte en un pelele, un apesebrado, una marioneta del partido de turno. Lo dicho, nauseabundo.

A lo que iba. Ayer me avergoncé de la profesión al ver al ínclito Iñaki Gabilondo, pope supremo del periodismo patrio, abrir su informativo con la siguiente frase relativa a la huelñga de trasnportistas : "el Gobierno no tiene la culpa". Tócate los machos. En vez de informar, de aportar datos, incluso de opinar subrepticiamente, el bueno de Iñaki se convierte en vocero de Ferraz, en mero altavoz de su partido del alma. Y eso que aquí el que les escribe lo ha escuchado dar conferencias sobre lo que es ético  o no en el periodismo.

Desconozco si el Gobierno tiene o no la culpa de la subida del precio de los carburantes. Lo que sí que sé es que una gran parte del mismo se destina a impuestos. También es cierto que muchos de estos impuestos son europeos, pero tampoco he visto a ZP partiéndose la cara en Bruselas en defensa de los camioneros españoles, como sería su deber.

Lo que seguro no es de recibo es que el señor Iñaki Gabilondo quiera seguir en su programa la línea editorial del informativo de la extinta URSS. Seguro que el ínclito periodista estaría en su salsa en un país como Korea del Norte. Allí sí que saben informar ¿verdad Iñaki?

Cada día igual

 

A este paso renuncio. Se lo digo en serio. Cada vez que me pongo delante del televisor para ver el telediario me invade una profunda mala leche. No hay día que pase sin que me entre un cabre monumental, eso sí, momentáneo.

Ayer me enteré de que los juzgados de toda españa tiran papeles con datos confidenciales a la basura. El otro día era que los funcionarios de justicia no dan más de sí, y algo antes que una secretaria se despistó y dejó en libertad al asesino de Mari Luz, la niña que apareció muerta en Huelva hace un tiempo.

Eso por hablar de la justicia. Por lo demás, en Murcia los campesinos están al límite porque no tienen una gota de agua mientras que en Aragón se desborda (una vez más) el Ebro. Al mismo tiempo, los camioneros y los pescadores no pueden más porque el precio del gasoil está por las nubes y el gobierno no contempla bajar los impuestos de los carburantes.

Por otro lado, la emigración no es un problema, nos enriquece y es la ostia, pero resulta que cada día entra más gente a un país en crisis que literalmente no puede darles trabajo y les condena a la miseria y a la exclusión social. Cuando alguien quiere decir algo sensato, como regular un poco más el asunto, salta el progre de turno y lo llama fascista, “Berlusconi” o alguna sandez por el estilo. Eso sí, todos esos tertulianos progresistas viven en barrios de lujo de Madrid.

Y cuando crees que ya estás hasta el gorro aparece la presentadora mona de turno contándote que si en tal sitio el marido celoso se ha llevado por delante a su mujer, que si unadolescente le pega una puñalada a otro al salir de un bar y lo deja tieso o que se ha descubierto al enésimo pederasta del mes. Eso por no hablar de los asesinatos por encargo, que se están poniendo de moda, o de los secuestros express. Hemos perdido el rumbo como sociedad y parece que los valores cívicos están en desuso.

¿Y los políticos? Pues a su rollo. Que si al circo de Rajoy le crecen los enanos, que si Carod Rovira dice en Portugal que quiere un frente común contra España (hasta Saramago se escandalizó), que si Ernest Maragall cierra el bachillerato nocturno, etc, etc, etc.

Y uno por otro la casa sin barrer. A uno, personalmente, le dan ganas de que todo reviente de una puñetera vez. Esta España de pandereta no tiene remedio, o eso empiezo a creer.

Lo único que me consuela es pensar que tenemos lo que nos merecemos. Que somos un pueblo inculto y manejable, incapaz de moverse más allá de loq ue diga la SER o la COPE. Las únicas manifestaciones dignas de tal nombre han sido las convocadas por dichas emisoras desde los tiempos del chapapote. Parece mentira que la gente se tire en masa a la calle por la guerra de Irak o por protestar contra el matrimonio gay y sea incapaz de movilizarse por las cosas que de verdad nos afectan.

Como no nos pongamos pronto las pilas esto va a acabar como el rosario de la aurora. Y a río revuelto, ganacia de pescadores. Así que luego no se rasguen las vestiduras siu aparece el populista de turno.

 

Dignidad

Al hilo de lo que les comentaba el otro día, esta meñana me encuentro una emotiva carta de Rosa Díez (antes de que alguien lo diga lo diré yo: mi nueva musa política) a su amiga María San Gil. Les invito a que la lean y contemplen uno de los pocos ejemplos de dignidad de la política española.

Me sonroja escuchar comentarios que dicen que San Gil es "de extrema derecha" y que está con el ala dura del PP. Yo no sé si está con tal o cual sector, lo único que puedo decirles es que me admira que no anteponga los intereses electorales de su partido a sus convicciones. Lo mismo digo de Rosa Díez, admirada antaño por su valentía contra los asesinos y vilipendiada hoy por haber abandonado las filas del totémico PSOE.

Existen cosas que están por encima de las caducas divisiones entre izquierda y derecha, como lo es, por ejemplo, la ya citada dignidad. Hace ya tiempo que vengo pensando que en España hace falta una regeneración a todos los niveles, y esto no hace sino afianzar mi convicción. Y una de las primeras cosas que han de ser objeto de esta regeneración es la política. No necesitamos políticos que lo único que quieran es pisar moqueta y que convenzan al ciudadano con la cantinela de mal menor (vótame que si no gobernará el otro). Necesitamos propuestas, gente decente que de un golpe de timón y convierta a esta casa de putas que hoy llamamos España en un país moderno del que nos sintamos orgullosos de formar parte (como pasa en nuestro entorno).

Así que valor y al toro. Si hacen ustedes el esfuerzo de meterse en foros políticos de Internet comprobarán que algo se está moviendo y que se va perfilando un proyecto transversal sumamente interesante (como en su día lo fue Ciutadans de Catalunya, aunque esa es otra historia). Un proyecto al que se han sumado gentes tan poco sospechosas de "facciosas" como Antonio Muñoz Molina, Álvaro Pombo o Fernando Savater, por citar sólo algunos nombres.

 

Reflexiones matuninas

Hace dos meses conversaba con mi señor padre sobre la conveniencia de votar o no al Partido Popular. Él sostenía que era necesario votarlo porque era la única manera de que el país se recuperara de la crisis económica y de que de detuvieran las concesiones al nacionalismo periférico. por mi parte, yo sostenía que una vez instalado en el poder, el PP no tendría ningún problema para volver a pactar con los susodichos nacionalistas y que si bien estaba de acuerdo con que gestionarían la economía a mejor, lo único que querían los políticos populares era volver a pisar moqueta.

Dos meses después me reafirmo en mi postura de entonces. El cambio de rumbo del PP no hace sino demostrar que las ideas son accesorias y que lo verdaderamente importante es alcanzar el poder. Uno puede estar o no de acuerdo con la ideología conservadora de este partido, pero lo cierto es que no deja de asombrar lo rápido que se dice Diego donde antes se decía digo. Por mi parte, como he manifestado muchas veces en este blog, el PP sigue arrastrando ciertos comportamientos que se podrían definir como reaccionarios. Nunca he visto con buenos ojos esas manifestaciones en defensa de la familia (¿defenderla de qué? ¿de los gays? ¿de la promiscuidad sexual?) o esos arrimamientos con el pensamiento más conservador que se opone, por ejemplo, a la experimentación científica con células madre. por otra parte, no puedo dejar de reconocer que dentro del PP existe una corriente liberal (si bien liberal-conservadora) con la que coincido en algunos puntos.

Ahora bien, la verdadera sorpresa de las últimas jornadas la ha dado el pequeño, casi podríamos decir que minúsculo, partido de Rosa Díez. Unión progreso y Democracia se ha erigido como la única oposición real contra los desmanes de ZP y su séquito de progres de visa oro. El otro día, en una entrevista, oí que Rosa Díez se definía como una mujer de izquierdas, si bien matizaba que de una izquierda "heterodoxa". También matizaba que UPyD era un partido transversal en el que militaban muchos liberales que procedían de la corriente clásica del liberalismo. De este modo, el partido de Rosa Díez defiende sin complejos el concepto de nación española, no ese concepto vetusto acuñado durante el franquismo, sino el concepto liberal de nación compuesta por ciudadanos libres, el constitucional. ¿Es ser de izquierdas pactar con los que ponen bombas y asesinas a gente? matizaba Díez. ¿Es ser progresista aliarse con el nacionalismo, una ideología claramente reaccionaria? Permítanme que lo dude. No es ser de izquierdas mirar hacia otro lado cuando se pisotean los derechos lingüísticos de quien sea. Como no lo era imponer el castellano en los colegios durante la dictadura. No creo que sea de izquierdas o progresista el defender el Estado más caro de Europa mientras siguen existiendo problemas con la educación o la sanidad. No es progresista mantener un monstruo  con 17 cabezas incapaz de solucionar los problemas de la gente. Chapó por Díez, qué quieren que les diga.

Desde hace tiempo vengo defendiendo que la verdadera libertad no se consigue a través de un Estado que regule todos y cada uno de los aspectos de nuestras vidas. Yo no quiero que nadie me diga cómo tengo que vivir. Por lo tanto, no quiero vivir en un país en el que me digan cómo tengo que ser y lo que tengo que pensar. Y esto se nota, o por lo menos yo lo noto, con mucha contundencia en esta Cataluña en la que me ha tocado vivir.

Por todos estos motivos no me fío ni del PSOE ni del PP, qué quieren que les diga. Ni quiero que me frían a impuestos (por los que luego apenas sí recibo alguna contrapartida) ni quiero que me digan qué tipo de familia tengo que construir, ni qué lengua tengo que hablar o dejar de hablar. Por eso, aunque muchos vean en mí un moderno defensor del sistema capitalista, ése que condena a la pobreza a millones de seres humanos en todo el mundo, yo digo que no es así. Soy esencialmente un escéptico, una persona que no cree en recetas milagrosas ni en grandes proyectos. A la Historia me remito. Por eso estaré de acuerdo con todo aquel que alce su voz (eso sí, sin militar en ningún partido, ni tener carné que me comprometa a la defensa a ultranza de unos ideales) en contra del dirigismo, de la imposición de nada y que abogue por que pueda desarrollar libremente mis capacidades en una sociedad abierta y libre. Una sociedad que defienda sus libertades con todo el peso de una ley implacable para todos aquellos que la vulneren y violen así los derechos de sus conciudadanos (resumido en la típica y tópica frase que dice que mi libertad acaba donde empieza la tuya). No una moderna casa de putas en la que el delito sale casi gratis en pos de un supuesto progresismo de salón que ve en el delincuente una víctima de la sociedad. No un Estado derrochador incapaz de ofrecerme soluciones y que se queda sólo en la frase políticamente correcta y el buenismo barato. No con unos políticos que lo único que quieren es sentarse en un sillón y trincar de los presupuestos. No.

Por todo eso me gustaron las palabras de Rosa Díez. No sé si al final, como sucede casi siempre, todo quedará en palabras vacías que se lleva el viento. Puede ser, pero por lo menos me gusta la música.

 

PD. Aunque ya no comparto sus posiciones políticas, me alegró saber que vuelve Julio Anguita a IU. Un tipo decente, sí señor. Y aunque a estas alturas me va a encontrar al otro lado de la calle, eso no quita que sea uno de los poquísimos políticos a los que respeto.

Agua para todos

Estamos secos. Como no se ponga a llover a cántaros nos quedamos sin agua de aquí a cuatro días. De momento ya nos traen el preciado líquido desde Almería, que tiene guasa. Nuestros próceres vernáculos se están planteando hacer un trasvase desde el Segre, que como es más pequñito y está cerca no levantará el revuelo de aquel otro del Ebro.

Suelen decir los amigos de los pobres que hay que redistribuir la riqueza, aunque al parecer tan loable intención se limita al vil metal, a lo pecuniario. Si resulta que el Ebro baja con un caudal 6 metros superior a lo habitual y en Villaborricos de Abajo se mueren de sed, pues mala suerte. Spain is diferent, que diría aquel. Parece que nadie se acuerda ya de aquel Plan Hidrológico nacional cuyo pecado original es haber sido puesto en marcha (porque la yo contemplaba el PSOE de felipe González) por un Gobierno facha. La política cainita de este país se ha ocupado de sepultar en el olvido una de las pocas cosas coherentes que se han planteado en los últimos años: redistribuir el agua.

Algunos objetarán que el trasvase de marras ponía en peligro la supervivenciade la rana del delta y de la libelula picuda. Vaya usted a saber. Lo único constatable es que a estas alturas estamos sin agua. Y no sólo para consumo humano, sino para regadíos y campos de golf, esos inventos de los ricos que no generan riqueza, ni empleo, ni atraen turistas. También está por demostrar que esas riadas que bajan por el Ebro y que van a parar al mar sean tan beneficiosas para el delta.

Por lo pronto nos espera un verano de aquellos que dan miedo y un gobierno progre que con la excusa de la ecología importa electricidad de Francia (producida en plantas nucleares) o la genera en contaminantes centrales térmicas; prohibe los grandes travases pero destroza pequeñas cuencas fluviales como la del río Castril con la excusa -a buenas horas mangas verdes-  de que el agua es de todos. Todo ello por no hablar de esas plantas desalinizadoras que emiten una cantidad ingente de CO2 a la atmósfera. Pero no pasa nada, somos muy pero que muy ecogilipollas.  

Semana Santa

Semana Santa

Siempre he sentido una fascinación difícil de explicar hacia la Semana Santa. Escribió don Antonio Machado acerca de ese “cantar de la tierra mía que echa flores al Jesús de la agonía y es la fe de mis mayores”. Puedo suscribir una por una las palabras del genial poeta hispalense. Desde pequeño he vivido las procesiones de Semana Santa arropado por mis abuelos, viendo como espectador como se desarrollaban unos hechos que les llegaban a lo más íntimo de su ser.

Pese a los años transcurridos, las lecturas y el propósito de maniobrarme en este mundo con la Razón como única brújula, lo cierto es que no puedo dejar de admirarme ante esa muestra de fervor popular que se reproduce cada primavera por todos los rincones de España.

Soy agnóstico, lo confieso, y durante muchos años practiqué un decimonónico anticlericalismo del que aún conservo ciertos prejuicios. La Iglesia Católica siempre me ha producido una mezcla de atracción y repulsión que es difícil de explicar. En una pirueta intelectual he conseguido conciliar el rito y el folklore con mi rechazo natural hacia la superstición.

Por un lado, soy capaz de estremecerme ante una saeta, un paso o un penitente, pero por otro, mantengo la cabeza fría y soy capaz de vislumbrar el trasfondo que remanece oculto en su interior. Veinte siglos de cristianismo pesan como una losa en el inconsciente de todos nosotros y es difícil desterrar de un plumazo lo que tantas generaciones han creído a pies juntillas.

Yo vengo del sur, de una tierra donde las casas se adornan con santos y cuadros piadosos, donde las mujeres se santiguan y le piden a la virgen, donde los hombres se ponen corbata para asistir a misa. De esa herencia soy tributario, aunque muchas veces me pese.

Por todo ello debo confesar que me gusta la Semana Santa. Me gustan las procesiones, las películas de romanos y las señoras con mantilla. Me gusta, sí, y no pienso pedir perdón por ello. Me gusta, sí, aunque muy a menudo me cabree como una mona cuando algún obispo se niega a que alguien pueda morir con dignidad o que se investigue con células madre para curar alguna enfermedad congénita. En esa contradicción vivo y he de apechugar con ella.

Me gustaría saber que pensaría Jesús de Nazaret de todo esto. Si mi abuela tiene razón, a lo mejor se lo podré preguntar algún día. Esperemos que sea más bien tarde que pronto. Por el momento me conformo con asistir como espectador a un paso sencillo de un pueblo de Granada.

Y ante todo la alegría y la ilusión con la que tanta gente vive estos días, ya sea con recogimiento religioso o con espíritu festivo. Al fin y al cabo es parte de lo que somos, de lo que nos define y que explica tanto lo bueno como lo malo que existe en nosotros.

Indiferencia

Indiferencia

Casualidades de la vida, el otro día leía una frase de Albert Einstein que decía que sólo el Universo y la estupidez humana son infinitos. Amén.

Después de la elecciones de la semana pasada me queda un persistente sentimiento de indiferencia hacia la gente que me rodea. Y es que cada vez me vuelvo más ácrata y más escéptico. Los gobiernos pasan y las cosas siguen igual. Aunque peor irían si los pocos iluminados que todavía quedan quisieran revolucionarlo todo y crear un estado totalitario en el que tuvieras que pedir permiso para ir a mear. Por esa parte me alegro, sí. Me congratulo de que aquellas posiciones ucrónicas hayan quedado reducidas al ridículo. Léase IU y ERC. Estos fósiles decimonónicos se han hundido en la miseria electoral por culpa del “Tsunami bipartidista” que decía Gaspi el otro día. Ahora se acuerdan las huestes del progreso mal entendido de que tenemos una ley electoral patética.

Cosas veredes...

Lo cierto es que un servidor fue a votar con la ilusión más nimia que recuerda desde sus 19 añitos, edad en la que introdujo por primera ver un voto en una urna. Por primera vez en mi vida he votado a un partido que no es IU en una elecciones generales. Bueno, antes era IC y después lo fue EUiA, pero viene a ser lo mismo. Aunque los años han pasado y las cosas se ven de diferente modo, lo cierto es que todavía recuerdo aquella IU orgullosa con Anguita a la cabeza. Un tío con las ideas claras, sí señor. El mojogaterío progre de pantalón de pijama a rayas, pañuelo palestino y salvador de ballenas se ha estrellado. Normal, si uno tiene en cuenta que los obreros del cinturón rojo hace tiempo que pasan de los pijos de la calle Ciutat de Barcelona.

Una vez instalado el movimiento obrero en la sociedad de consumo sólo queda espacio para ZP y su séquito de izquierdistas de visa oro. La bandera roja ha sido sustituida por la multicolor y la hoz y el martillo por vaya usted a saber qué. Pese a lo que representa el comunismo hoy en día, lo cierto es que esa izquierda combativa, sobre todo en el caso de la Europa occidental, tenía algo de utópica y de esparanzadora que el moderno progresismo ha enterrado. Esa conciencia social que se ha diluido en la nada del poscomunismo.

¿Y la derecha? Pues anclada en posiciones que no la benefician, arrimada al ascua candente de una Iglesia que se resiste al paso de los siglos. Por no hablar del miedo que le tienen a un liberalismo serio y alejado de dogmatismo de la moralina.

Muchas veces he escrito en este blog sobre la necesidad de una política transversal que se asiente en los principios del reformismo democrático como impulsador de una sociedad de hombres libres. Parece que nada de esto está en la agenda de ningún partido. Bueno, alguno tímidamente lo reivindica, como el caso de UpyD, pero sin concretarlo mucho.

Yo ya no sueño con revoluciones, pues he escuchado de primera mano los terrores de los paseos nocturnos, las chekas y la arbitrareidad de quien decide sobre la vida ajena. No, ya tan sólo sueño con que me dejen en paz, con que no me pongan trabas y me dejen desarrollarme como persona. El resto son cantos de sirena, brindis al sol y palabras huecas.

Me paso a Linux

Me paso a Linux

Después de innumerables años de batallar contra Windows, al final he decidido pasarme (otra vez) al lado oscuro de la fuerza e instalarme Linux. Hasta la fecha no había encontrado una distribución que fuera sencilla de usar y en la que instalar programas no se convirtiera en un suplicio. Hasta que encontré Mandriva 2008.

Sólo puedo decir cosas buenas de este maravilloso sistema operativo. Llama la atención lo bonito que es (incluso más que Windows), el gran poder de autodetección de hardware y la “sencillez” para instalar paquetes (así es como llaman los linuxeros a los programas). Hay que tener en cuenta que no es Windows, y que no es tan sencillo como darle al archivo.exe y esperar. Pero nada que no se resuelva “googleando” y consultando alguna web especialiaza como www.blogdrake.com.

Tomé la decisión después de que mi Windows XP muriera por segunda vez en 48 horas. La verdad, ya estaba harto de cuelgues, mensajes de error, virus, incompatibilidades y demás movidas. Con Linux no hace falta instalar antivirus y la gran mayoría de programas son gratuitos. Además, por cada programa de Windows existe su equivalente en Linux. Por otra parte, todos aquellos que estén demasiado enganchados a algún juego o programa de Windows lo podrán emular con programas como Wine o Cedega (yo lo he hecho con Ares y funciona). He de decir, que pese a todo, hay que dedicarle algo de tiempo para saber cómo hacerlo, pero el resultado final merece muchísimo la pena.

Por mi parte, también existe cierto sentimiento de revancha contra el señor Will Gates y su cuasimonopolio windowsero. Esto de bajarte un sistema operativo mejor y que además es gratis da mucho “morbo”.

Lo dicho, lo recomiendo a todo el mundo. Es especial a usuarios medios de Windows (por su parecido con el programa de Microsoft) que utilicen el ordenador para escribir textos, bajarse pelis, música y cosas por el estilo. Decir que me he pasado horas "puteando" al sistema y no se me ha colgado ni una vez. Es mucho más estable y seguro que Windows.

Existe una versión gratuita, que es la que tengo instalada, que se llama Mandriva One y que ocupa poco más de 600 megas. Sólo hay que “quemarla” en un CD y ejecutarla desde la unidad de CD o DVD (arrancando el ordenador desde dicha unidad). Esta versión básica viene de serie con gran cantidad de programas como reproductores multimedia, grabador de DVD's, OpenOffice (que es la versión gratuita del Microsoft Office) y un largo etc. Además, existe una versión de pago llamada Powerpack 2008 que incluye 4,5 Gigas de utilidades. Cualquiera que esté un poco avezado en Internet sabrá cómo conseguirla “de free”.

He probado otras distribuciones como Kubuntu o Knoppix, pero me quedo con esta por lo cuidado de su presentación, las traducciones al castellano y lo rápido que lo autoconfigura todo. De todas maneras, las demás, y en especial Kubuntu, también son unas grandes alternativas.

Aquí les dejo la web donde descargar este sistema operativo que pueden probar sin ejecutar desde el mismo CD o DVD (Live CD lo llaman).

www.mandriva.com


¡A disfrutar!

Sobre letras e himnos

Recuerdo que cuando era un crío me gustaba investigar por el desván de casa de mi abuela en busca de algún tesoro olvidado por un antepasado desconocido. El fruto de la búsqueda era, casi siempre, algún libro lleno de polvo que había pertenecido a mi padre o a alguno de mis tíos. En una de aquellas incursiones conseguí rescatar del olvido una vieja Enciclopedia Álvarez que leí con auténtica fruición. Me gustaron especialmente aquellas historias de guerras pretéritas en las que unos españoles buenos luchaban contra invasores musulmanes, pérfidos herejes protestantes o revolucionarios autóctonos que querían destruir España y entregarla al kaos.

Sólo años después, tamizadas mis ideas por otras lecturas y compañías, supe que aquel libro era el manual de adoctrinamiento de una dictadura pasada que había impuesto su ley tras una cruenta Guerra Civil.

Conservo, pese a los años, intacta en mi memoria la letra del himno nacional que compuso el poeta José María Pemám, hombre del régimen insuflado de un patriotismo acérrimo. Años más tarde descubrí que la letra fue ligeramente adaptada por el franquismo a su estética de camisas azules y brazos en alto. En realidad, Pemán escribió la letra en 1927 durante la dictadura de Primo de Ribera. En el original se habla de frentes en alto en vez de saludos a la romana, aunque el resto sigue siendo idéntico al comúnmente conocido.

He de reconocer que la estrofa que habla del azul del mar y del caminar del Sol siempre me ha parecido estupenda; obra de un poeta de acerada pluma.

En cualquier caso, los españoles nos hemos acostumbrado a tener un himno sin letra. El hecho de que ahora queramos darle una para que nuestros deportistas canten me parece, cuando menos, ridículo. Otro problema, y no el de menor importancia, es que debemos ser uno de los pocos países del mundo que no se creen que lo son. Aquí, a diferencia de otras naciones como Francia o Alemania, cada cual tiene su propia idea de lo que es esto. Es por ello que una letra para el himno ha de contentar a todo el mundo, por lo que el resultado ha de ser forzosamente un auténtico churro. Vamos, que el himno tiene que representar la pluralidad nacional, el respeto al medio ambiente, la igualdad de sexos, la lucha de clases, la democracia, la monarquía y, sobre todo, el pacifismo. Lo dicho, un churro.

La Marsellesa es un himno revolucionario plagado de estrofas sangrientas, el himno americano no se queda corto y habla (cosa que me gusta mucho) de una tierra de hombres libres. Estas letras se compusieron hace más de 200 años, por lo que la propia historia ha relativizado su significado original y la gente las canta sin prestar demasiada atención a su significado.

En mi modesta opinión, un himno tiene que tener un toque épico. Un ejemplo perfecto puede ser el Cant dels Segadors adoptado como himno autonómico de Cataluña. En él se habla de un país triunfal, un enemigo péfido y un golpe de hoz de los defensores de la tierra. Al fin y al cabo lo que se pretende en cantar lo guay que se es, y en eso los nacionalistas nos llevan mucha ventaja y tienen menos complejos. Incluso en la Internacional, himno del movimiento obrero, se hace referencia a una famélica legión que ha de alzarse y combatir para hacer el pasado añicos y derrocar al tirano. Ejemplos mil, así que si se hace todo lo contrario va a quedar una sosez como la que nos han presentado en los medios de comunicación. Sí, muy políticamente correcta, pero una ñoñería al fin y al cabo.

La crisis

Se veía venir. Y es que ya tenemos encima la tan cacareada crisis. Normal, si se tiene en cuenta que este des-Gobierno de pandereta se ha dedicado a lapidar los fondos del Estado, a conceder subvenciones a diestro y siniestro y a aumentar los impuestos directos e indirectos. Un economista calculaba el otro día que, sólo en éstos últimos, una familia media pagará este año 1.000 euritos más del ala. A todo ello hay que añadir que la inflación no deja de subir y las hipotecas están por las nubes.

Ahora viene Solbes y dice que una crisis sería deseable ya que ajustaría la economía. La suya no, seguro, por eso lo dice. Y es que este Gobierno de izquierdas, amigo de los pobres, a quien está sangrando miserablemente es a los asalariados. Por mucha ayuda que den a los neonatos y mucha prestación al alquiler, lo que realmente nos interesa a los curritos es que bajen los precios, se cree empleo de calidad y nos reduzcan las cargas impositivas. Lo demás se queda en un brindis al sol, un gesto de cara a las próximas elecciones.

Mientras no tengamos un gobierno que tenga en cuenta que la economía española depende en gran parte de autónomos y pequeños empresarios esto irá de mal en peor.

Educación vernácula

Sí, vale, soy un fascista paranoico...

 

Todos contra el canon

Todos contra el canon Que se vayan a robar a Sierra Morena. Firma contra el canon en http://www.todoscontraelcanon.es/

Propuestas climáticas

No sé ustedes, pero a mí me da la impresión de que estamos de rebajas. Y es que cuando se acercan las elecciones los partidos políticos se empeñan en vendernos motos de saldo. La última viene de la mano de nuestro queridísimo presidente Petazeta a costa del apocalipsis climático. No se vayan ustedes a creer, a uno le parece bien todo lo que esté dirigido a la conservanción del medio y a que pueda darse un paseo por la Sierra de Cazorla sin encontrarse latas de cocacola. Lo malo, y en esto parece ser que coincido con algunos ilustres políticos patrios, es cuando la factura del asunto la pagamos los currantes.

Volviendo al tema. Dice Petazeta que va a hacer que medio millón de viviendas utilicen energía solar y esas mandangas. Ya les digo, por mi parte dabuten. Lo que no entiendo es cómo la clase media va a incidir en el cambio climático a costa de poner paneles solares. Y no lo entiendo porque resulta que los 40 millones de españolitos apenas contaminamos en comparación con las grandes industrias. Porque es realmente molesto que nos echen la culpa de casi todo. El hombre blanco occidental de clase media es el responsable de casi todos los males del planeta. Y vale, muy bien, algo contribuiremos, pero no me creo según que milongas.

Por ejemplo, pocos han dicho que en vez de llenar nuestras sierras de molinillos, cargarnos nuestros ríos con embalses o acribillar Almería de paneles solares, con tres o cuatro centrales nucleares tenemos energía por un tubo. Tampoco ha salido ningún político proponiendo una especie de Proyecto Manhattan para que los gobiernos del mundo se unan y posibiliten la utilización segura del a fusión nuclear como medio para obtener energía.

En lo que sí coinciden todos es en acribillarnos a impuestos y subir los precios de la luz, de la gasolina, o, más recientemente en esta Cataluñalandia de mis amores, prohibirnos circular por los alrededores de Barcelona a más de 80 km/h. Claro, como los transportes públicos son tan baratos y fiables.

Y así seguimos, pagando por todo un huevo de la cara (textualmente) mientras nuestra clase política se llena la boca de buenas intenciones. Por mi parte propongo que les pongamos pedales en los escaños del congreso y así generen electricidad mientras pasan la tarde. A ver si así hacen algo útil.

NO

NO

El socialismo del siglo XXI, que es el mismo que el del siglo XX pero con moqueta, ha recibido un varapalo en el referéndum celebrado ayer en Venezuela. Por la mínima, sí, pero victoria al fin y al cabo. Lo que pone de manifiesto este plebiscito es que más de la mitad de los venezolanos no están por la labor de convertir a su país en un calco de la Cuba de Castro. Quizá haya influido a ello que ya no se encuentren productos de primera necesidad en los supermercados, que las diferencias sociales se estén acentuando (paradójico, ¿no?) o que, por ejemplo, el pasado noviembre se saldara con una media de 11 asesinatos diarios.

Cabe esperar que el gorila se las componga para desvirtuar la victoria de sus oponentes y busque algún camino sinuoso para conseguir sus fines, que pasan por la perpetuación en el poder, el enriquecimiento de una camarilla de allegados y la erradicación paulatina de las libertades individuales.

Por el momento, el 50,7% del los venezolanos han dicho NO. Y lo han dicho de forma clara pese a la presencia omnipresente del chavismo, al control de los medios y a la coacción, a veces incluso armada. La mayoría de los venezolanos que han acudido a las urnas (ese es otro asunto, el de la altísima abstención) han dado una lección al aprendiz de brujo de Chávez. No quieren ser como Cuba, no quieren perder lo poco que aun les queda, no quieren, bajo ninguna circunstancia, que su presidente se convierta en un dictador perenne que los lleve a la miseria y al aislamiento.

Me congratulo especialmente de que este revés al llamado socialismo del siglo XXI se lo hayan dado en las urnas. Y lo hago porque es el lugar donde hay que vencer a estos dictadorzuelos bananeros. Me congratulo de que la derrota sea resultado de la voluntad popular y no de un golpe de Estado a manos de militares (cosa en la que Chávez tiene experiencia) que siempre podrían achacar al imperialismo yanki. La verdad es que no hace falta. La propia dinámica de estos sistemas los condenan al fracaso. Sólo hace falta esperar y ver cómo se derrumban. En este sentido, Chávez lleva casi 10 años en el poder en los que no ha podido atenuar las dierencias sociales en su país, más aun, éstas se han acentuado. Tampoco ha podido acabar con la feroz delincuencia que azota grandes zonas del país, no ha respetado la libertad de prens; en definitiva, ha llevado a su país a un estado de involución democrática y fractura social de imprevisibles consecuencias. 

De todas formas, ya se empieza a ver la luz al final del túnel. A esta primera derrota del chavismo han de seguir otras. Sólo es cuestión de tiempo.

La mani

Este fin de semana se celebra en Barcelona una manifestación convocada por la plataforma “Dret a Decidir”. Esta entidad promueve el derecho del pueblo catalán a decidir libremente su destino político (como si no lo hiciera ya) a través de la independencia. Pues bien, a esta manifestación, a la que no apoyo, van a acaudir diferentes asociaciones, grupos y partidos políticos. Como es natural, ERC y CiU estarán presentes. Nada extraordinario. Lo que sí me sorprende, o no, es la presencia de IC-V, ese glorioso residuo del antaño combativo comunismo catalán.

Me perdonarán ustedes la digresión, pero yo milité un par de años en ese partido. Lo hice, como tantos jóvenes, movido por un sentimiento de justicia social e internacionalismo proletario. Nada de qué avergonzarse, más bien todo lo contrario. El tiempo y los propios seres humanos, entre los que destacaría a los propios proletarios, me hicieron matizar mi postura inicial.

Pues bien, uno de los motivos que influyeron decisivamente en mi cambio ideológico fue el del coqueteo con el nacionalismo de esta y otras formaciones de la llamada “izquierda transformadora”. No podía entender, en aquel tiempo, como aquellos defensores del internacionalismo le bailaban el agua a lo que yo consideraba una ideología reaccionaria; el gérmen mismo del fascismo.

Perdido ya el referente del Socialismo Real, estos grupúsculos se han apuntado al carro del “soberanismo progre”. Su target ha pasado del obrero de la SEAT de Santa Coloma al pijo-perro-flauta de la Autónoma (la universidad, se entiende). Del marxismo al independentismo pasando por los sillones de la Generealitat. Lo que hay que ver. Pero, por otro lado, es normal. De Gregorio López Raimnundo han pasado a estar dirigidos por Saura y señora. Del obrero al niño de papá de la “gauche divine”.

Si he de ser sincero, esto ya me lo veía venir. Lo que no sé es cómo lo justifican los dirigentes y militantes de la formación eco-progre. O quizá sí. Y es que España es un invento. Una creación de los borbones allá´por el siglo XVIII. Luego vino Franco, con su camisa azul y su cara al sol. Y ya está la ecuación montada, España=fascismo.

La verdad es que me da pena pensar en esos currantes del cinturón rojo de Barcelona cuando los ningunea algún niñato del Eixample (y he sido testigo de ello), los satiriza alguna serie de TV3. Me da pena el propio Montilla, que pide perdón cada 5 minutos por no tener el nivel C de catalán, y me dan pena esos escolares que no llegan al nivel educativo medio de España, que ya es decir. Esta es la Cataluña mediocre y provinciana que estamos creando. Pero bueno, tenemos lo que nos merecemos. Esa es la grandeza de la democracia.

PD. Me comentaba un amigo mío mosso d'esquadra que les han "sugerido" que hablen catalán entre ellos, auqnue sean castellanoparlantes. Hay que dar ejemplo.