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Educación, por favor

Yo ya no sé si me lo tomaré con estoicismo o a la primero me lio la manta a la cabeza y acabo en Burkina Faso. Allí por lo menos no tendré que aguantar las gilipolleces de mis compatriotas con respecto a las más insospechadas paridas.
Lo que nos diferencia de cualquier país civilizado, con su revolución de turno a cuestas, es que aquí la educación siempre ha sido algo secundario. Al colegio se lleva a los niños a que no den por culo y a que los maestros los aguanten hasta que la Paqui y el Manolo de turno los recogen como se recoge el coche del parking. Y por la noche que no molesten y dejen ver tranquilamente el Crónicas, que el día ha sido muy jodido. Ya se sabe que la telebasura es mano de santo para eso.
Lo dicho, que al cole se va a pasar el rato y, si el niño sale rarito y lee, pues oiga, a lo mejor puede estudiar una carrera y acabar siendo un parado culto como tantos cientos de miles.
La diferencia fundamental con nuestros vecinos, repito, es que aquí nadie se toma en serio la educación. Los institutos son de todo menos centros de enseñanza. El que escribe puede contar con los dedos de una mano los profesores buenos que tuvo en su etapa de escolar y bachiller. Una vergüenza. Luego mucho día del maestro y mucha chorrada, pero entre lo monstruito de los churumbeles y la falta de inteligencia del profesorado esto es una casa de putas.
Nuestro políticos, como siempre, durmiendo el sueño de los justos. Que no se enteran, vaya. Cada cambio de gobierno nueva reforma de la ley de educación de turno. Y luego pasa lo que pasa; la generación LOGSE que no sabe poner en el mapa ni una chincheta. Vergonzoso.
Si esto fuera un país en condiciones, sin tanto complejo ni tanta hostia, sin que cada hijo de vecino se dedicara a mirarse el ombligo y a reivindicar la memoria del don Pelayo de turno, a lo mejor se pondrían de acuerdo y se darían cuenta de lo importante que es para un país la educación. Porque alfabetizados tenemos muchos, pero la incultura campa a sus hanchas aun en las aulas universitarias.
Mucho soplapollas es lo que hay, que se preocupa de ponerse la pegatina del burrito en el coche y que se rasga las vestiduras porque en Villarobledo de Abajo no van a saber que es de Barcelona porque en su matrícula no lo pone.
Y mientras tanto la iglesia a lo suyo, como siempre, poniendo el grito en el cielo porque la asignatura de religión no es obligatoria. Como si alguna vez lo hubiera sido, oiga.
A ver si ponemos un poco de sentido común y hacemos como nuestros vecinos. La educación necesita de un gran pacto, de un entente cordiale entre todos los actores sociales. Al fin y al cabo los españolitos del mañana son las pobres criaturicas que sufren las sinrazones de los políticos. Y a su vez estas criaturas serán los políticos de mañana, y no te digo más.
Y si no pues a lo de siempre, oiga. Que inventen ellos, que para eso son extranjeros. Y aquí a tocar las palamas, o a bailar sardanas, según se tercie. Que ya se sabe: lo importante en este país es reivindicar la Edad Media. Aunque no se tenga ni puta idea de lo que fue aquel baile.

2 comentarios

utor -

Si todos los maestros fuesen como tu los niños saldrían mejor, Manu.

manu -

Dale bién dado Sergio!! No dejes ningún títere con cabeza! Hasta a mí me dieron el título de maestro!Ignorantes!