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Sobre julais y conmemoraciones

Los asiduos a esta página ya me tendrán calado. Tampoco es que el que escribe vaya disimulando de qué pie cojea a estas alturas de baile. Se me nota la vena republicana --no me gusta pagarle el café a nadie por la geta—y filo izquierdista –más de lo mismo--. Cierto es también que pese a todo, el susodicho autor de estas líneas es en el mundo del blog periodistico lo más parecido a un francotirador serbio hasta arriba de Rioja. Vamos, que no me corto un pelo.
Esto, verbigracia, lo digo porque hoy voy a dar canela fina y me voy a despachar a gusto con un tipo que, como no podía ser de otra manera, provoca suspiros y enconados artículos apologéticos y pelotísticos –que de todo hay--.
Decía que no puede ser menos porque el tipo en cuestión era un cantamañanas de agárrate que vienen curvas. Uno de esos fulanos que por no se sabe bien cómo acaban apareciendo en los libros de Historia como adalides de causas nobles. Sin cricunloquios, hoy hablaré de Lluís Companys.
Hoy hace 64 años que le dieron matarile una panda de fachas en el foso del castillo de Montjuïch. Creo que esto es lo único reseñable del jambo. Lo demás un desastre. A este tipo se le fue de las manos todo lo que se le podía ir de las manos a un sujeto en su situación. Incapaz de poner orden en ningún sítio y choteado hasta la saciedad en la totalidad de partidos y grupúsculos políticos que por aquella época configuraban la Cataluña republicana. Vamos, que se lo tomaban en serio en su casa y a la hora de comer.
Lo que me repatea el higadillo es que a este fulano no paren de dedicarle monumentos y campos de fútbol cuando lo único que hizo es esconderse tras una mesa de despacho y permitir que esto, en mayo del 37, se convirtiera en una casa de putas.
Hubo muchos que se dejaron la piel por defender sus ideas. Por dejarles una España mejor a sus hijos. Una España que siempre los trató a patadas pero que quisieron cambiar. Gentes que sin nada que perder le echaron arrestos al tema y continuaron luchando en Francia contra las tropas de Hitler. Sin nada que ganar ni nada que perder más que su pellejo. Pero con la rabia de no saberse vencidos todavía. Pidiendo una segunda oportunidad para pelear y no cascarla como conejos. Con dos cojones.
Mucho más que toda la panda de mercachifles que les arengaban desde las tribunas y no pusieron un pie en un campo de batalla en su puta vida. Ésos a los que ahora se les dedican placas y se les inauguran estatuas.
A Companys lo fusilaron en Montjuïch. Hay todavía miles de republicanos enterrados como perros en fosas comunes ignoradas de la mano de Dios.
A ver cuando nos dejamos de hostias y llamamos a las cosas por su nombre. El amigo este era un julai como la copa de un pino.

2 comentarios

marquinho -

El meu avi encara avui està molt enfadat amb ell. No el troba a faltar.

Víctor -

Olé tus cojones, chaval!!! Si no lo eras antes, ahora definitivamente eres un BOTIFLER!!!! Jajajajaja!!!