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La otra cara de Robin Hood

La otra cara de Robin Hood

El folklorismo izquierdista imperante en Cataluñalandia, añadido a la mentalidad progre de los mandatarios y periodistas de este oasis, se deja ver, de una forma más que evidente, en la televisión pública vernácula. Un ejemplo de lo dicho lo encontré el otro día en un reportaje emitido por el Canal 33 sobre Raul Castells, líder del movimiento “piquetero” argentino.

El film trataba de presentar a este señor como una especie de Robin Hood de la Pampa. Él mismo se describía como un “revolucionario” admirador de Fidel Castro y seguía los cánones clásicos de cualquier populista sudamericano. De este modo, no era extraño verle ocupando hoteles o casinos en busca de alimentos para los más necesitados o encabezando manifestaciones de desempleados.

Lo curioso del asunto, pese a la imagen beatífica que de él se quería dar, es que bastaron un par de declaraciones suyas para romper el encanto. A saber, el tal Castells se declaró seguidor incondicional de la Revolución Cubana, con todo lo que ello tiene de siniestro. No es de extrañar que, en un momento del reportaje, el líder proletario asegurase que, en caso de llegar al poder, sería necesario fusilar a 2.000 personas el primer día (a imagen y semejanza de lo que ocurrió en Cuba en 1959). Por otra parte, Castells declaró que si viviera en Palestina pertenecería a Hamás y empuñaría una metralleta contra los imperialistas. Este hecho pone de manifiesto la fascinación de todos estos revolucionarios de opereta con el fanatismo islámico. Por otro lado, el piquetero se mostraba a favor de la ética revolucionaria utilizada por los anarquistas por la cual no se debía de pisar el césped para no matar ningún “bichito” pero era lícito poner una bomba para reventar a un burgués. Ya ven, un alama cándida el tal Castells.

Por mucho que se empeñen algunos, este malvado sistema “burgués” no ejecuta a nadie por oponerse a él. El propio Castells puede seguir con su circo sin que le peguen un tiro en una cheka por pensar diferente. Ahí radica la superioridad moral de un sistema liberal; en el profundo respeto por las libertades individuales. Por mucho toda esta gente se ponga moños su alternativa, su “otro mundo mejor”, pasa por la miseria, la persecución y el control férreo del Estado. El bueno de Castells no es más que otro aprendiz de genocida de esa izquierda que pretende salvarnos a todos a base de grilletes y hambre. Algo que, tristemente, cuenta con muchos seguidores en esta Cataluñalandia de pijo-progres.

1 comentario

canserra -

Seguramente si las empresas españolas se fuesen de los países de latino-américa y áfrica, se arruinarían (Por que si quieren sacar los recursos naturales de nuestro país están listos)

Un saludo