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Cada día igual

 

A este paso renuncio. Se lo digo en serio. Cada vez que me pongo delante del televisor para ver el telediario me invade una profunda mala leche. No hay día que pase sin que me entre un cabre monumental, eso sí, momentáneo.

Ayer me enteré de que los juzgados de toda españa tiran papeles con datos confidenciales a la basura. El otro día era que los funcionarios de justicia no dan más de sí, y algo antes que una secretaria se despistó y dejó en libertad al asesino de Mari Luz, la niña que apareció muerta en Huelva hace un tiempo.

Eso por hablar de la justicia. Por lo demás, en Murcia los campesinos están al límite porque no tienen una gota de agua mientras que en Aragón se desborda (una vez más) el Ebro. Al mismo tiempo, los camioneros y los pescadores no pueden más porque el precio del gasoil está por las nubes y el gobierno no contempla bajar los impuestos de los carburantes.

Por otro lado, la emigración no es un problema, nos enriquece y es la ostia, pero resulta que cada día entra más gente a un país en crisis que literalmente no puede darles trabajo y les condena a la miseria y a la exclusión social. Cuando alguien quiere decir algo sensato, como regular un poco más el asunto, salta el progre de turno y lo llama fascista, “Berlusconi” o alguna sandez por el estilo. Eso sí, todos esos tertulianos progresistas viven en barrios de lujo de Madrid.

Y cuando crees que ya estás hasta el gorro aparece la presentadora mona de turno contándote que si en tal sitio el marido celoso se ha llevado por delante a su mujer, que si unadolescente le pega una puñalada a otro al salir de un bar y lo deja tieso o que se ha descubierto al enésimo pederasta del mes. Eso por no hablar de los asesinatos por encargo, que se están poniendo de moda, o de los secuestros express. Hemos perdido el rumbo como sociedad y parece que los valores cívicos están en desuso.

¿Y los políticos? Pues a su rollo. Que si al circo de Rajoy le crecen los enanos, que si Carod Rovira dice en Portugal que quiere un frente común contra España (hasta Saramago se escandalizó), que si Ernest Maragall cierra el bachillerato nocturno, etc, etc, etc.

Y uno por otro la casa sin barrer. A uno, personalmente, le dan ganas de que todo reviente de una puñetera vez. Esta España de pandereta no tiene remedio, o eso empiezo a creer.

Lo único que me consuela es pensar que tenemos lo que nos merecemos. Que somos un pueblo inculto y manejable, incapaz de moverse más allá de loq ue diga la SER o la COPE. Las únicas manifestaciones dignas de tal nombre han sido las convocadas por dichas emisoras desde los tiempos del chapapote. Parece mentira que la gente se tire en masa a la calle por la guerra de Irak o por protestar contra el matrimonio gay y sea incapaz de movilizarse por las cosas que de verdad nos afectan.

Como no nos pongamos pronto las pilas esto va a acabar como el rosario de la aurora. Y a río revuelto, ganacia de pescadores. Así que luego no se rasguen las vestiduras siu aparece el populista de turno.

 

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