Blogia
librodearena

Bajo el colchón

 

Muchas veces, los analistas políticos se olvidan de la calle, del españolito que se gana los garbanzos echando horas extra y paga a duras penas la hipoteca. Pues bien, acabo de tener una conversación con un chaval que se dedica al transporte en carretera. Un tío de 30 tacos con un porrón de kilómetros entre pecho y espalda. Un currante, vamos.

Resulta que me ha estado explicando cómo la Guardia Civil los cruje cada vez que puede, y no por aspectos relacionados con la seguridad –ahí estaba de acuerdo con que no pasaran ni una--, sino con nimiedades, papelitos administrativos, tarjetas de tal y cual, etc. Me decía que se nota que el Gobierno tiene ganas de sacar dinero de donde sea y siempre a costa del trabajador, del autónomo que se busca la vida como buenamente puede. Este chaval me decía que los funden a impuestos, que cada año se rascan el bolsillo para cumplir religiosamente con el Estado y a cambio apenas reciben contrapestaciones. Todo se limita a pasar por caja y dejarse, como mínimo, un tercio de lo que ganan. Un dinero que, por otra parte, podría generar riqueza, inversión y vaya usted a saber.

Pero esta situación es normal en un país donde se grava hasta el extremo cualquier actividad económica para mantener una administración monstruosa. Este joven camionero no entendía la razón por la cual hay que soltar la mosca a tanto mantenido. Y es que parece como si unos cuantos trabajaran para que otros tantos vivieran del cuento. No sé si será la maldición de ese país en el que desde tiempo inmemorial hay gente viviendo a costa de las arcas del Estado, pero lo que es innegable es que el que acaba pagando el pato es, paradójicamente, el trabajador. Es el españolito medio quien ve cómo tiene que pagar por todo, cómo le suben los recibos sistemáticamente y cómo apenas llega a fin de mes.

Y que quede claro, aquí nadie está diciendo que se supriman las pensiones de las viudas y los jubilados, ni el paro, ni nada por el estilo. No. Lo triste es que hay mucha gente viviendo con unas pensiones de miseria mientras aquí nos dedicamos a sufragar televisiones públicas, películas españolas, políticas lingüísticas y demás chorradas varias. La lista es interminable y abarca el voto cautivo de Andalucía y las 17 administraciones públicas de los reinos de taifas autónomos.

Al final, y como me decía este chaval, la gente pasa un huevo de pato de declarar lo que gana y lo esconde bajo el colchón. No vaya a ser el caso de que esto reviente cualquier día y nos veamos con una mano delante y otra detrás.



0 comentarios