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Mitos

Mitos Se quejaba mi buen amigo Víctor de la caída de un mito. Aquella fantástica foto de Cartier Bresson en la que unos enamorados se besaban frente a un café parisino era más falsa que un euro de madera. Al pobre aquello le tocó la fibra sensible, un icono menos.
Pero si de símbolos hablamos resulta que la mayoría de ellos son gigantes con pies de barro. Si hacemos un breve repaso de algunos de los más conocidos veremos que no son del todo como la imagen que se nos ha vendido.
Así, grandes conquistadores y guerreros como Julio César, Alejandro Magno o Ricardo Corazón de León tendían al dracqüinismo y a la sombra de ojos. Nada malo, por cierto, pero enfrentado a esa versión machunga y obsoleta del guerrero viril.
Felipe II era un tipo bastante dialogante y un padre amoroso; Sisí de Austria era una anoréxica histérica y tiránica; Rousseau era una mala bestia con su descendencia; Wiston Churchill simpatizaba con la causa franquista y boicoteó cualquier intento de la República por obtener reconocimiento internacional; Albert Einstein le ponía a su legítima unos cuernos de aquí te espero y la trataba con la punta de la bota; y Lenin pronunció frases lapidarias como “democracia ¿para qué?” (mi amigo Toni lo matizará convenientemente aunque desde aquí le recuerdo la famosa carta de Rosa Luxemburg). Si seguimos por el solar hispano veremos que a Rafael Alberti--además de escribir una inmundicia de columna titulada "A paseo" durante la Guerra Civil en la que señalaba a personas susceptibles de paseos nocturnos--le gustaba organizar bailes de disfraces en un palacio requisado en el que vivía con su señora mientras que a pocos kilómetros miles de españoles se dejaban la piel en trincheras inmundas. O también que el bueno de Durruti se jactaba de haber limpiado Barcelona de Homosexuales después de haber prohibido el baile y los bares en tierras de Aragón, cosa harto libertaria.
Vamos, que se mire por donde se mire los ídolos que uno pueda tener siempre acaban siendo señores de lo más normal e incluso deleznables. Así que bueno, viendo el panorama parece aconsejable tomar ciertas distancias con aquellas personas que tenemos en un pedestal, no vaya a ser que de tanto idolatrarlos se nos acabe pegando algo.

4 comentarios

I Fought The Law -

Como me conoces! :D
La frase era "¿libertad, para qué?", el problema es que la traducción procede del francés "liberté, pour quoi faire" De todas maneras, fascinante polémica con Luxemburg, ahí aciertas.
Lo que si es cierto, y Yuri te lo puede asegurar, es que el Vladi era insoportable en lo personal, como por contra brillante en lo intelectual.

Amigo Gagarin -

Pues para eso está un mito, para despojar al personaje de sus miserias.

el autor -

Como siempre, me iluminas....

ricard -

Triste te leo, amigo mío. Algunos mitos caen mas otros, tal vez menores aparentemente, se mantienen. Alejandro Magno tal vez gustaba del goce de cuerpos varios, mas siempre respetó sinceremente al maestro Aristóteles. El Lyon Heart cedió el reino a su hermano que tuvo a bien iniciar el parlamentarismo en la Isla. Etc. Etc. Por cierto el bello poema de Salinas no estaba dedicado a su señora esposa sino a una joven estudiante yanqui con quien parece ser que tuvo "amores clandestinos" (como dicen las malas canciones). Busca, pues en ti mismo a alguien digno de ser ensalzado, y si lo encentras haz de tu vida un digno pedestal. Y, a ver cuándo nos vemos.