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La película

La película “No era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente. Se llamaba Diego Alatriste y Tenorio, y había uchado como soldado de los tercios viejos en las guerras de Flandes. Cuando lo conocí malvivía en Madrid, alquilándose por cuatro maravedís en trabajos de poco lustre, a menudo en calidad de espadachín por cuenta de otros que no tenían la destreza o los arrestos para solventar sus propias querellas. Ya saben: un marido cornudo por aquí, un pleito o una herencia dudosa por allá, deudas de juego pagadas a medias y algunos etcéteras más.”
Así empezaba esa edición del Capitán Alatriste que mi señor padre tuvo a bien a regalarme la Navidad de 1994, si mal no recuerdo. Desde la fecha no he faltado a la cita con el Capitán en todas y cada una de sus lides. Ya se tratase de repartir estopa por las calles de Madrid, rescatar alguna doncella de un convento, robar el oro de su majestad católica o poner una pica en Flandes, que se dice pronto. Y como yo millones de españoles encantadísimos de la vida porque al fin un escritor decidiese hacer una novela de aventuras históricas como Dios manda.
Todo esto viene a cuento porque esta semana empieza el rodaje de la película. El protagonista será Vigo Mortensen o algo asín, que representó a Aragorn en El Señor de los Anillos (otra saga de la que no me leí ni un libro). Pinta de Alatriste tiene, con esos ojos azules y fríos, aunque le tendrán que teñir el pelo de negro para que tenga más pinta hispana. En fin, que los revertianos estamos de enhorabuena y con el corazón en un puño. A ver si esta vez no la cagan como en La Tabla de Flandes (Territorio Comanche estaba mejor). Y es que 4 millones de alatristanos estamos deseosos de ver al Capitán en carne y hueso después de habérnoslo imaginado mil veces. Y es que Reverte se ha documentado como un auténtico historiador y ha escrito una serie de novelas ejemplares. Mucho que aprender tendría el fulano ese del Código Da Vinci que confundía épocas y personajes. Pero en fin, que hablamos de Alatriste. Voto a Dios porque la peli se deje ver y no hagan un pastiche a lo jolibú con explosiones en pleno Madrid del Siglo de Oro, saquen pistolas de pedernal (las del XVII eran de mecha), o muestren las calles limpias como patenas, que todo puede ser. Porque por mucho que se empeñen cuatro necios, tenemos una historia que merece la pena ser recordada. Aunque esto que digo no es políticamente correcto—ya se sabe—y en este país, como en el siglo XVII, sigue habiendo mucho cantamañanas.

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