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La otra Cataluña

Artículo publicado por un servidor en www.lavozdesalamanca.com

 

Hace algunos años podría decirles tranquilamente que un servidor es catalán y no hubiera pasado absolutamente nada. Muchos, incluso, habrían sentido admiración para con esta tierra tolerante y dinámica. Eso, ya digo, haces mucho tiempo. Ahora me mirarían con recelo si no con abierta hostildad. Tres décadas de nacionalismo victimista han acabado con la buena reputación de los catalanes en el resto de España. Pero ya se sabe, quien siembra vientos recoge tempestades. En Andalucía, Valencia y Extremadura -por nodecir en toda españa- ha aparecido un sentimiento anticatalán por razones muy diferentes. Mientras que en la Comunidad Valenciana rechazan de plano el expansionismo decimonónico catalán que les atribuye el papel de comparsas exóticos en su pequeño imperio, en la España meridional están hasta las narices de que les cuelguen el sambenito de gorrones y vagos. Normal. Todo esto se ha originado en una Cataluña donde se ha instaurado el pensamiento único nacionalista. En un país donde la mitad de la población es castellanoparlante, la Cataluña oficial es monolingüe. En un territorio donde la mayoría de la población lleva apellidos castellanos, la historia narrada es la de una nación sometida por el invasor. España es cutre, tercermundista, folklórica y, por oposición, los catalanes somos divinos de la muerte, modernos y emprendedores. Vamos, que somos la leche. Pero algo está cambiando en este oasis idealizado que es Cataluñalandia; alguien se ha atrevido a decir que el rey está desnudo. El pasado verano, un grupo de intelectuales lanzaron un manifiesto pidiendo la creación de un nuevo partido político no nacionalista. La reacción del stablishment fue brutal. Desde amenazas de muerte en columnas de opinión del Avuí, pasando por insultos varios o ninguneos -como el del redactor jefe de un diario catalán de tirada nacional- calificando la iniciativa como brindis al sol. A los pocos días de la presentación del manifiesto ya eran miles los ciudadanos catalanes que lo firmaron. A las pocas semanas hubo una auténtica avalancha de personas que ofrecían su apoyo al proyecto. Así hasta este sábado, cuando unas 2000 personas llenaron hasta la bandera el teatro Tívoli de Barcelona en la presentación del nuevo partido. La reacción de la ciudadanía fue tal, que otras 2000 personas se quedaron en la calle Caspe cortando, dado su número, el tráfico de la vía. Hasta los más optimistas quedaron boquiabiertos ante la respuesta de la ciudadanía. Una marea heterogénea invadió el centro de Barcelona. Podían encontrase señores con El País o El Mundo bajo el brazo, ex votantes del PSC, jóvenes, amas de casa, artistas, periodistas varios e incluso inmigrantes extracomunitarios. La consigna común era el rechazo a treinta años de pensamiento único. Hacía mucho tiempo -algunos recuerdan que desde el 23 F- que en Barcelona no se oía gritar “Viva la Constitución”. Eso en la calle, porque en el interior del Tívoli, los que tuvimos la suerte de encontrar una butaca pudimos disfrutar de momentos irrepetibles. El acto se desarrolló indistintamente en catalán y en castellano, algo que llama poderosamente la atención dado el monolingüismo oficial de los actos públicos. Como aperitivo, una pantalla gigante ofreció las emotivas imágenes del regreso a Cataluña del president Tarradellas y sus célebres palabras de “ciutadans de Catalunya, ja soc aquí”. Seguidamente, se proyectaron los numerosos casos de corrupción política acaecidos durante el pujolismo, para acabar con imágenes del burro catalán-seña de identidad automovilística del nacionalismo rancio- subrayadas por la oratoria del ínclito Pasqual Maragall. Representantes de las 39 agrupaciones locales de Ciutadans de Catalunya dieron ejemplo de compromiso y pluralidad. Sus alocuciones fueron constantemente interrumpidas con aplausos entusiastas del público asistente. La guinda del pastel la pusieron los tres oradores principales. Francesc De Carreras dio un repaso general a estos meses históricos en los que una gran parte de la ciudadanía catalana se ha rebelado contra el nacionalismo imperante. En un momento de su discurso, y como recalcando la normalidad de la convivencia lingüística en Cataluña, De Carreras olvidó el idioma en el que estaba dando el discurso, hecho que arrancó grandes carcajadas de los asistentes. También denunció la existencia del PUC (Parido Unificado de Cataluña), ese engendro que algunos llaman cuatripartito y que no es más que un bloque monolítico nacionalista. Por su parte, Fernando Savater deseó todo lo mejor al nuevo partido y expresó su envidia como vasco ante una iniciativa antinacionalista de este calibre. Ya por último, el maestro Arcadio Espada dio uno de los mejores discursos que se recuerdan en la historia reciente de Cataluña. En su habitual tono irónico -”nunca pensé que había tantos pijos en Barcelona”- arremetió contra la estultez institucional, dejando al descubierto sus fundamentales carencias teóricas. El acto llegó a su fin con gran júbilo por parte de los asistentes. Fue algo reconfortante saber que, en palabras de la portavoz de una agrupación, “no estamos solos ni somos bichos raros”. Y es que somos muchos los que en Cataluña pensamos que lo de los papeles de Salamanca, lo de las selecciones deportivas, lo del Estatut y lo de la normalización lingüística son "auténticas chorradas". Queremos una Cataluña por y para sus ciudadanos, que se preocupe de resolverles los problemas y de ser solidaria con el resto de pueblos de España. No deseamos estar siempre mirándonos el ombligo, queremos pensar en el futuro y olvidar las fechas míticas del nacionalismo catalán. Alguien dijo que no queríamos vivir ni en 1714 ni en 1936, y creo que resume perfectamente lo que piensa la gran mayoría. Menos de un año después de que un grupo de intelectuales lanzasen al océano un mensaje en una botella, una impresionante marea de apoyo ha barrido las playas del oasis catalán. Dentro de tres meses quedará constituido en nuevo partido político basado, entre otros principios, en los ideales del Siglo de las Luces, la tolerancia y el bilingüismo. Las bases para la nueva Cataluña posnacionalista han quedado establecidas. Muchos ya ven peligrar su poltrona institucional.

 

2 comentarios

Rafael del Barco Carreras -

IV. LA MODELO. 1992

El patio de Geriatría en pleno

OASIS CATALÁN.



Rafael del Barco Carreras



Entre las horas de escaso trabajo en el economato de la Séptima, y la tranquilidad de mi nueva celda en la planta baja de la Primera, de nuevo me entretendría escribiendo. Materia no me faltaba. Al callado peruano de la paliza la noche de la desaparición de una chispa de “chocolate”, al moribundo Silvestre, y mi compañero en el economato de la Cuarta que caería por trapichear, le sucedían un viejo conocido de los 80 condenado por comisionista en la tragedia del aceite de colza (el primer macrojuicio de la Democracia con tantas dudas como culpables), un narco socio del alcalde de Torrellas, y Pujadas, otra historia de cárcel, ruina, depredación y extorsión fabricada por el juez Estevill y su banda, a la que se añadirían los obreros de su empresa, primero intercediendo por su empresario, y cuando la empresa se hundió pidiendo el cumplimiento de la condena en suspenso. Inmejorable. Además la planta baja de la Primera se completaba con los cocineros, destinos en “obras”, y unas celdas con travestis. Un magnífico palco con tragicomedia incluida, aquellas celdas sustituían la “casa de putas” de la Martirio en la vieja lavandería de los 80. 2.000 pesetas un completo, con rebajas y sin condones, puesto que se presumía que el SIDA era común.

Aun dentro de los mismos muros, el pequeño patio de la Séptima, galería de gente con permisos y terceros grados, el geriátrico con veinte individuos, la panadería y lavandería, otro mundo, más reducido que en el 80 puesto que construyeron el comedor de la Primera, una lavandería nueva, y las estancia para los ancianos. De batallar con largas colas de compradores golpeando los cristales, y amenazando, a departir con los “clientes” y hasta prepararme la comida con un simple e ingenioso sistema, de hornillo una lata agujereada y el combustible una barra de desodorante por sesión. Y por si fuera poco, vino para las comidas, con mesura, porque el funcionario suministrador me cobraba cinco mil pesetas por lo que valía no más de doscientas. El precio tenía lógica, la botella ocupaba un espacio en su bolsa mucho más rentable con hachís e inmensamente más con la apreciadísima heroína. El clamor era tan general que para evitar escándalos le trasladaron de cárcel.

Tras parar los pies al viejo energúmeno que disparara a bocajarro a su mujer con la escopeta de caza por servirle siempre macarrones, y mi café nunca a su gusto, o escuchar a diario las desgracias del “monstruo”, así le llamaban, porque en su intento de suicidio, tras acabar con su amante por cuernos, se voló media cara, pasaba a conectar con Planasdemunt, Forcadell, y un casi nonagenario, con la mente perdida. No sé nada, estoy jubilado desde hace muchos años, repetía. Pascual no se detenía ante nada, y si a los del Banco Central les amenazaba con su Presidente Escámez o el propio cuñado del Rey, a Bertran de Caralt con sus viejos hombres de confianza. ¡Y ese monstruo me había defendido!. Forcadell, empresario triunfador hecho a si mismo, se mostraba locuaz, incluso contando las guerras con su mujer, hija y yerno, que le obligaron a dividir sus despachos en el gran edificio “Fincas Forcadell” de la plaza Universidad, y hasta las escaleras de entrada para no cruzarse. Sin embargo con Planasdemunt, el financiero político, ex “consellé” y director del Institut de Finances de la Generalitat, frases vacías. Los dos murieron, del corazón creo, al poco de conseguir su liberación, pagando. Supongo que es más duro aguantar la presión del extorsionador que la prisión en si misma. A Planasdemunt continuas visitas “especiales” le sumían más en su estado de depresiva intromisión. Y a pesar de la fama de Pascual Estevill, no solo nadie actuaba, sino que le ascenderían. Y “lo sabía toda Barcelona”, todo el “Oasis Catalán”.

Pero la información se hallaba más en la planta baja de la Primera Galería, donde entraban y salían con inusitada rapidez los “clientes” del Juez Pascual, si pagaban. Sin embargo para algunos, discutiendo el precio de la libertad, los días se alargaban, o sea, que la lengua y los nervios se les soltaban con facilidad. Para Pujadas, mi compañero de celda, lo que antes de entrar fuera un simple tema civil, con suspensión de pagos, acabaría en la cárcel y condenado. Otros, de testigos en causas de otros juzgados, se convirtieron en presas por la simple sustitución del juez titular en vacaciones. Un ejemplo, su viejo conocido Marugán, un enemigo de los tiempos en que el juez ejerciendo de abogado aplicaba su personalidad y total falta de escrúpulos a robar a sus empleadores o clientes. Marugán, el hombre que no le perdonaría, y que acabó con él. Sus historias coincidían con las mías, empresas, obreros, familia, y la conciencia de ser víctimas de la peor de las ETAS, el corrupto mundo oficial, aunque alguno agradecía, imbuido por su abogado, haber topado con un juez corrupto porque de lo contrario “la cosa pintaba muy mal”. Una versión del Síndrome de Estocolmo, me decía a mi mismo. No aplicaría a Pascual la falta de información que le atribuía a la ETA de Koldo sobre sus arruinados secuestrados, pues el Juez en varios casos me demostraría tener la información directamente del abogado del extorsionado, cuando no actuaban asociados. “Tot controlat, el juzge es amic meu”, decía Piqué Vidal. A alguno no le agradaba mi terrible versión, preferían mentirse y alimentar esperanzas. Varios pagarían la libertad con fianza más la extorsión (en definitiva, las generalizadas minutas en negro tienen difícil catalogación e incontrolable reparto), y después ingresarían de nuevo al ser condenados, los Esteve Corvella, Bassols, Pujadas, etc.

Un dilema lo de Planasdemunt, ¿porqué Piqué Vidal a través de Pascual Estevill embestía contra un hombre de Pujol, su Jefe o Capo?. Las varias teorías publicadas son parte de la desinformación propia de la prensa barcelonesa tanto pujolista como progresista. El periodista Félix Martínez en su libro “El Club de los Mentirosos” cuenta que a través de unas entrevistas y cartas de Bassols con su hija Anna se probaba la del “incendio controlado”. Dudo de incendios controlados y más del fantástico libro el “Club de los Mentirosos”, inventándose escenas en las que dice participó. Simples “negocios” de desalmados. Lo del “incendio”, otra fantasía como cuando me cita por el caso Consorcio y atribuye a Pascual una depresión profesional por haber perdido en juicio mi caso, donde no me defendió, y antes del despido ganó dinero y “amigos”.

Con los panaderos la relación se ampliaba contándoles la fuga por túnel del 82, o encargando pizzas y empanadas. Una excelente relación, excluido un reconocido chivato, asesino por encargo de otro detenido en geriatría que no se retenía en insultarlo, pues nunca pretendió que matara a su deudor, solo que le asustara. Y un equipo ciclista colombiano, que llenó la estructura metálica de sus vicis con cocaína, imprimían juventud y alegría al sombrío patio. Aprendí las mil ingeniosas maneras de comprar algún kilo en Colombia y multiplicarlo por 30 o 40 a la llegada a España. Traficantes, desesperados, aventureros, o simples mulas, se lanzaban a diario a la plaza, y si no hay estadísticas de los que consiguen su objetivo, si de los decenas de miles, con los años centenares de miles que acaban en prisión. He de advertir a maliciosos que nunca he estado en Sudamérica, y lo digo, porque a uno de mis críticos con el nombre falso de Tito Diagonal, solo se le ocurre acusarme de drogadicto por contar “las cosas de la cárcel” y de la “corrupción”. Pues no, lo repito para los “de buena fe” porque los “corruptos” lo saben de sobra, ni Sida ni ninguna enfermedad, y ajeno total a cualquier droga. Demostrable.

Mis inquietudes no se reducían a los escandalosos casos del Juez Pascual Estevill. Me cayó fatal el ingreso de un condenado a seis años por una urbanización de las que El Periódico me acusaba en 1980. De Fogás de Tordera y cercana con la que me involucraban “Zona Rústica San LLop”. Al poco Francés Jufresa me informaría que la Audiencia de Gerona requirió al Juzgado de Caldas el levantamiento del archivo de la causa donde entre otros figuraba yo; habían pasado quince años de las denuncias. Can Fornaca de Riudarenas. Pero el mundo interior con la remodelación de prioridades hace encoger los hombros ante situaciones del “exterior” que ni de lejos se pueden controlar. Que desde la enfermería el moribundo Silvestre, o Miguel, el viejo gitano compañero en los 80, pidieran tabaco gratis, superaba la peligrosidad de cualquier “urbanización”. Antes de morir algunos paquetes les enviaría. Lo malo sus mensajeros pretendiendo fumar gratis.

Otro peligro, los lunes, y en el patio los de permiso “final de semana” de la Séptima. El intenso trapicheo de droga convertía en muy tenso el ambiente. Un método tradicional, al parecer propiciado por mi antecesor, convertía la ventanilla y su pequeña cola por los cafés y desayunos en una lonja. Hasta que Don Antonio se propuso acabar con el tráfico escondiéndose a mi lado. Un delicado día que pude perder el excelente “destino” al negarme. Seguro que alguien caería, pero más seguro que me pincharan. Don Jesús, mi jefe aparecido a mi ruego, sugirió al funcionario con amplio y conflictivo historial, con denuncias por torturas, que se sentara junto a la ventanilla en disuasivo aviso. Para mi tranquilidad Don Antonio entendió mi posición y me lleve bien con él, o mejor, él conmigo. Ni siquiera temí por mi vaso de vino en las comidas.

Recuerdo que mi nula experiencia culinaria se superó con los programas televisivos de Arguiñano. Los huevos fritos, uno de mis platos favoritos, con las puntillas que mi mujer tan bien bordaba, los conseguí por las simples explicaciones del ahora célebre cocinero. Mucho aceite, y muy caliente. El inconveniente, una barra de desodorante no producía suficientes calorías, y con dos, los huevos salían más caros que el vino. En el pequeño espacio, cerrada la ventanilla, la privacidad era absoluta. Televisión, los huevos fritos, o cualquier producto comprado a los cocineros o del propio economato, y “qui dias pasa anys empeny”. No era el cielo, pero en muy peores garitas había hecho guardia.

La prensa me traía las muchas noticias generadas por De la Rosa – Pascual Estevill, y al contrario que en el 80, y por suerte, ni citarme. Silencio absoluto sobre quien se cebaron diez años antes. De la Rosa, en entredicho, pero defendiéndole ante los aviesos kuwaitíes, que además de robados tenían la culpa de la quiebra del Grupo KIO en España. Pascual, alabado por el progresismo. Y noticias de las que nadie lee, la muerte de mi socio Parés, y la quiebra de mi compañero en los 80, Fernando Serena. Además a diario saltaban “escándalos socialistas” o pujolistas. Definitivamente los 80, no existieron, pero si en cuanto a mi no los citarían, la jueza de Sabadell, no concedería la soñada fianza por antecedentes e historial delictivo, decía. Un año y medio preventivo, juzgado y condenado a siete años por falsificación y estafa. Mi estancia en La Modelo se terminaba, en Madrid me esperaba otro juicio por los mismos delitos. Seis años, pero en libertad con fianza desde 1986, recurriría al Supremo. Un complicado futuro, y preparando mi primera novela denuncia contra los muy triunfantes Piqué, Pascual y Pujol.

Armando -

Enhorabuena por la publicación, de verdad, ahí, dándole.
Una cosa solamente con respecto al artículo y al partido: no es bueno tanta euforia, no va a ser nada fácil, y cantar victoria antes de tiempo... ¡aún así seguiremos dándoles!