El reino de las porteras
Decía don Antonio Machado que este era un país de charanga y pandereta/cerrado y sacristía/devota (España) de frascuelo y de María. También profetizaba el bueno de don Antonio su lápida y su día. Lo que el poeta no podría haber imaginado es que más de sesenta años después de su muerte, tras una guerra, una dictadura y una restauración borbónica (la segunda en 100 años), este país seguiría anclado en la vetustez y el casticismo.
Más que el espectáculo de la boda principesca del sábado, lo que a uno le enerva es ver a sus conciudadanos ejerciendo de cortesanos. Y es que es triste contemplar el espectáculo de una señora entrada en años arrancando la alfombra por donde pasaron los novios. Todo lo que en Madrid pregonaba la boda ha sido saqueado por un ejército de porteras ávidas de recuerdos.
Más que el fasto monárquico y el boato, lo que realmente indigna es ver cómo algunos siguen anclados en la mentalidad decimonónica. Galdós hubiera disfrutado de lo lindo el sábado por la mañana, incluso los hermanos Quintero hubiesen tenido un excelente material para un sainete. Pero ya se sabe que nuestra historia es exactamente un sainete. Desde la entrada a caballo del general Pavía en las cortes hasta aquel discurso en inglés del Caudillo. Desde el vivan las caenas que le coreaba el vulgo a Fernando VII hasta el todos al suelo de aquel guardia civil con bigotito.
Y es que lo que realmente les interesa a los españoles es el por qué no se emitió la comunión de los reyes, por qué doña Leticia estaba tan triste. Y la mala pata de que lloviese, hay que ver.
Y todavía resuenan los versos de don Antonio en la cabeza de esa otra España silenciada y olvidada. Esa España que se echó a la calle un 14 de abril para intentar cambiar las cosas y construir un país moderno y civilizado. Pero ya se sabe, transformar un país de chachas en uno de ciudadanos no es cosa de un día... Y parece que tampoco de un siglo.
PD Interesante artículo de Jesús Cacho sobre la monarquía censurado en El Mundo
Más que el espectáculo de la boda principesca del sábado, lo que a uno le enerva es ver a sus conciudadanos ejerciendo de cortesanos. Y es que es triste contemplar el espectáculo de una señora entrada en años arrancando la alfombra por donde pasaron los novios. Todo lo que en Madrid pregonaba la boda ha sido saqueado por un ejército de porteras ávidas de recuerdos.
Más que el fasto monárquico y el boato, lo que realmente indigna es ver cómo algunos siguen anclados en la mentalidad decimonónica. Galdós hubiera disfrutado de lo lindo el sábado por la mañana, incluso los hermanos Quintero hubiesen tenido un excelente material para un sainete. Pero ya se sabe que nuestra historia es exactamente un sainete. Desde la entrada a caballo del general Pavía en las cortes hasta aquel discurso en inglés del Caudillo. Desde el vivan las caenas que le coreaba el vulgo a Fernando VII hasta el todos al suelo de aquel guardia civil con bigotito.
Y es que lo que realmente les interesa a los españoles es el por qué no se emitió la comunión de los reyes, por qué doña Leticia estaba tan triste. Y la mala pata de que lloviese, hay que ver.
Y todavía resuenan los versos de don Antonio en la cabeza de esa otra España silenciada y olvidada. Esa España que se echó a la calle un 14 de abril para intentar cambiar las cosas y construir un país moderno y civilizado. Pero ya se sabe, transformar un país de chachas en uno de ciudadanos no es cosa de un día... Y parece que tampoco de un siglo.
PD Interesante artículo de Jesús Cacho sobre la monarquía censurado en El Mundo
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