Esquinas
Cada noche las veo cuando vuelvo del trabajo. Haga frío o calor allí están, esperando un cliente que les pague 20 pavos por una mamadita. La mayoría están en cueros, apenas algún trapito cubriendo la mercancía que ofrecen ante los faros de los coches que van pasando. Cuando paso ante ellas la noche ya está bien entradas y apenas puedo distinguir las facciones de sus rostros. Pertenecen al escalafón más bajo de la prostitución callejera, son trnsexuales sin operar. Algunas, las más afortunadas, tienen facciones femeninas y cuerpos trabajados en un gimnasio o en una mesa de quirófano. Son las que más trabajan, las que atraen a un número mayor de clientes en busca de ese tercer sexo. Otras, en cambio, siguen manteniendo una fisonomía masculina, algo disonante en esos trajes ceñidos de cuero y látex. Son el oscuro objeto del deseo de muchos hombres que no lo admitirían jamás. honrados padres de familia que preferirían morirse antes de aceptar que se van de travelos, que les pone una mujer con "sorpresa" entre las piernas.
Algunas de ellas se me ofrecen al pasar, otras me piden un cigarrillo que siempre les doy, incluso alguna ha mantenido una breve conversación conmigo entre cliente y cliente. No puedo por menos que sentir una triste y profunda tristeza cuando las veo hacer la calle. Prisioneras en un cuerpo que no les pertenece. Una broma de mal gusto del destino, de Dios, o de quien coño maneje este cotarro. Al final acaban haciendo la calle porque no saben hacer otra cosa. Porque la pasta que ganan está libre de impuestos y, al final, acaban acostumbrándose a meter la cabeza entre las piernas de cualquier burgués votante del PP que conduzca un Audi A8.
Uno piensa en ello. Piensa en la cantidad de ellas que no tendrían que hacer esquinas si los cuatro subnormales que chupan de la teta del Estado fueran gente con un mínimo de vergüenza. Si en vez de de gastarse el dinero en tener tropecientos cuerpos de policía, duplicidad de administraciones y fastos y boatos para encumbrar su ego, se lo gastaran en una seguridad social en condiciones. Si esas chicas, en vez de tener que comer pollas a 20 pavos, tuvieran la posibilidad de una operación pagada por el Estado, que a fin de cuentas, bien que cuenta con ellas a la hora de amoquinar y ya se está pensando en legalizarlas. Por lo menos, me consuelo, de la viruta que ganan los muy cabrones no ven ni un duro.
Algunas de ellas se me ofrecen al pasar, otras me piden un cigarrillo que siempre les doy, incluso alguna ha mantenido una breve conversación conmigo entre cliente y cliente. No puedo por menos que sentir una triste y profunda tristeza cuando las veo hacer la calle. Prisioneras en un cuerpo que no les pertenece. Una broma de mal gusto del destino, de Dios, o de quien coño maneje este cotarro. Al final acaban haciendo la calle porque no saben hacer otra cosa. Porque la pasta que ganan está libre de impuestos y, al final, acaban acostumbrándose a meter la cabeza entre las piernas de cualquier burgués votante del PP que conduzca un Audi A8.
Uno piensa en ello. Piensa en la cantidad de ellas que no tendrían que hacer esquinas si los cuatro subnormales que chupan de la teta del Estado fueran gente con un mínimo de vergüenza. Si en vez de de gastarse el dinero en tener tropecientos cuerpos de policía, duplicidad de administraciones y fastos y boatos para encumbrar su ego, se lo gastaran en una seguridad social en condiciones. Si esas chicas, en vez de tener que comer pollas a 20 pavos, tuvieran la posibilidad de una operación pagada por el Estado, que a fin de cuentas, bien que cuenta con ellas a la hora de amoquinar y ya se está pensando en legalizarlas. Por lo menos, me consuelo, de la viruta que ganan los muy cabrones no ven ni un duro.
1 comentario
Armando -
Por favor Sergio...