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Referéndum al sol

El otro día hubo un claro ganador en el referéndum por el Estatut: la playa. El partido de la playa, en coalición con el del sofá, ganó por un amplio margen la consulta. Alguien podrá pensar que es una forma algo cínica de ver el asunto, pero es que todo el proceso, hasta el final, ha sido una chirigota.

Queda claro que de la gente que fue a votar, 7 de cada 10 están a favor del nuevo texto, pero también hay que recalcar que ese mismo guarismo es aplicable a la cantidad de catalanes que se desentienden de él cuando no lo rechazan.

Lo que uno se pregunta es cómo no se les cae la cara de vergüenza a los del 90% de apoyo del Parlament o a los de la demanda clamorosa del pueblo catalán. Ahí están los números y lo demás son ganas de marear la perdiz. En democracia se aceptan los resultados y a otra cosas mariposa, pero cabría esperar de nuestros políticos un mínimo de autocrítica. Como era de recibo ésta se ha producido de pasada y se ha realizado con la boca pequeña. Después de dos años dándonos la brasa día sí y día también, nuestra clase política es incapaz de ver que la ciudadanía va por otros derroteros. En otros países -sin que esto sirva como justificación de nada- la cifra de participación habría sido insuficiente para poder darle el visto bueno a la nueva ley suprema.

¿Qué ha pasado? Pues lo de siempre, que la objetividad sigue siendo un bien escaso en Cataluñalandia. El clamor de los catalanes para que se les reconozca como nación, su ansia de autogobierno y su despecho por los malos de Madrid se ha traducido en un domingo de “costellada”, playa y paseo por el parque. Todo este proceso ha servido para alejar a los políticos de los ciudadanos, para reflejar que la Cataluña virtual no se corresponde con la real. Como legado nos quedan unas instituciones desprestigiadas y un estatuto refrendado por una tercera parte de los ciudadanos. Pero no les quede la menor duda de que nuestros políticos seguirán vendiéndonos motos pintadas de verde a costa del “sentiment nacional” y otras monsergas por el estilo.

De todas formas, algo positivo queda. Por lo menos Maragall dijo "que se ha acabado el victimismo". A partir de este momento parece ser que ya no se le podrá echar la culpa a Madrid de la mala gestión en Cataluña. Ya iba siendo hora de que apechugaran; aunque acabarán por escurrir el bulto. Y si no al tiempo.

2 comentarios

paula -

Pues sí. Yo creo que este ejemplo, como el del referendum de la constitución europea, deberían servir como referentes. La abstención debería ser una opción política más a tener en cuenta.

Dern -

anda que no tienes razón