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Un nuevo frente, siempre latente, ha sido abierto este verano en Oriente Medio. Si en los populosos suburbios chiíes de la capital fueron disparadas salvas al aire como muestra de alegría por la captura de los dos soldados israelíes, y si los refugiados palestinos del campo de Burj el Brajne, cabe al aeropuerto, hicieron gala de su satisfacción, la mayoría de los libaneses teme las consecuencias de esta acción del Hezbollah…

En medio de este ambiente de indignación, de resentimiento, de frustración de los pueblos árabes y musulmanes ante las represalias israelíes en Gaza, y también respecto a la apatía de los gobiernos del Mashrek, la coordinación de Hezbollah con Hamas ha sido fomentada por Siria y por la República Islámica de Irán…

(Tomás Alcoverro, lavanguardia, 13-VII-06)

El primer ministro israelí, Ehud Olmert, se encontraba ayer en Galilea, en casa de la familia del soldado secuestrado de 19 años Guilad Shalit, cuando sus ayudantes le interrumpieron para informarle de que a media hora de allí, en la frontera de Líbano, dos soldados más acababan de ser secuestrados por Hezbollah.

Históricamente, para los israelíes el secuestro de sus soldados es considerado un golpe moral y psicológico que va mucho más allá de una vida humana. La muerte de soldados en combate es motivo de luto para la calle israelí, pero los secuestros tienen una importancia política y militar mucho más profunda.

Decenas de atentados suicidas palestinos en el corazón de las ciudades traumatizaron parcialmente a la sociedad judía. Sin embargo, minutos después el lugar afectado ya estaba limpio y organizado, y horas después volvía a estar lleno de gente. El efecto de los secuestros, en cambio, se siente a la larga: es el caso del piloto Ron Arad, capturado en Líbano en 1986 y del que se perdió el rastro; todo niño israelí conoce su historia y le recuerda.

Gran parte de las familias israelíes envían a sus hijos de 18 años para cumplir un servicio militar de 36 meses que, a veces, conlleva fuertes peligros. Tras el secuestro de tres soldados en menos de tres semanas son muchos los padres que expresan su más profundo temor por la vida de sus hijos; su terror son las imágenes que los islamistas radicales difunden en internet, asesinando a sangre fría a secuestrados en Iraq.

Los grupos islamistas Hezbollah, Hamas y la Yihad Islámica, apoyados y asesorados por Teherán, estudian al detalle las debilidades de la sociedad israelí. Por eso, las milicias libanesas intentan raptar incluso los cadáveres israelíes: en los canjes de presos, Israel paga un alto precio incluso por los muertos.

Hezbollah y Hamas tienen cadenas de televisión con programas propagandísticos en hebreo para que la opinión pública israelí presione al Gobierno para liberar a miles de presos palestinos de las cárceles israelíes. El propio padre del soldado Guilad Shalit se lo pidió ayer al primer ministro cuando éste le visitó.

(Henrique Cymerman, La Vanguardia, 13-VII-06)

 

1 comentario

No importa -

Cuanta demagogia