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Mi amigo israelí

Ahora que está tan de actualidad lo de las declaraciones del Papa y toda esa murga les quiero contar una cosa. Resulta que tengo un amigo israelí. Un tipo encantador con pinta de nórdico y más bueno que el pan. No voy a decir su nombre porque hay mucho cabrón suelto  y nunca se sabe. Bueno, decía que este amigo mío es una bellísima persona. El tipo ha estudiado filología árabe, conoce a la perfección dicha cultura y es de lo más tolerante. Vamos, que no es típico judío con trenzitas y kipá que va todo el día dándose cabezados contra las paredes. Mi amigo pasa bastante de la religión, aunque acude a las fiestas por el rollo de mantener su cultura y tal.

Un día, tomando unas cervezas me confesó que en Israel él es de "extrema izquierda". No comunista pero sí el típico progre israelí. Me comentó que hizo campaña por Barak en no sé qué elecciones. Tampoco es que Barak sea el colmo del progresismo, pero hay que tener en cuenta que para él el Likud es lo peor de lo peor. Bueno, el caso es que mi amigo está en contra de la Guerra del Líbano y ha rajado muchísimo sobre ella. Para más INRI le mataron un cuñado el último día de guerra y ahora el pobre está en Israel con la familia. Imagínense, está de un rebotado contra Olmer que ni les cuento.

Bueno, pues este tipo, me confesó también hace poco una cosa. Estábamos hablando de la izquierda española y europea y él me dijo que no entendía nada. No le cabía en la cabeza que gente que va de progresista por la vida se ponga a defender a Hamas o a Hezbolá. Con toda la inocencia del mundo me dijo que si conocieran a esa gente no la defenderían. Yo le contesté que no la quieren conocer, que se mueven por clichés heredados de la Guerra Fría. Le expliqué que aquí sigen vigentes los estereotipos de los años 70 y que cualquier progre que se precie se tiene que ciscar en los EE.UU. y sus aliados (aunque vista Levi´s, escuche rockandroll y sea fan de Spielberg, tiene que explicar inverosímiles teorías conspiratorias saobre los americanos controlando el mundo. Vamos, la típica histeria paranoica que tan bien recoge Eco en El Péndulo de Foucault).

Él seguía sin comprender nada. ¿Pero si no conocen nada de Israel? Me dijo. Ante eso me encogí de hombros como única respuesta.

No voy ahora a entrar en disquisiciones banales al respecto. Que cada cual se avíe como pueda y crea lo que le rote, la cosa no va por ahí. Que va. La cosa va por lo que me dijo a continuación. No se vayan a creer, tiene miga. Mi amigo me miró y me dijo en tono de confidencia: "mira, yo el tiempo que llevo viviendo en España me he vuelto más de derechas".

Me consta que lo dijo medio en coña. Pero también me consta que había un poso de realidad en sus palabras. De realidad y de amargura. No entendía como "los suyos" eran capaces de decir tantas chorradas juntas sobre un asunto tal calado.

No creo que mi amigo se acabe haciendo votante del Likud, pero lo que es seguro es que se volverá a su país completamente desencantado de la izquierda española. Y no es para menos.

 

 

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