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Fascistas en Martorell

Fascistas en Martorell

Lo que pasó ayer en Martorell no tiene nombre. Bueno, sí que lo tiene: fascismo. A ver si no cómo vamos a llamar a una ideología que no permite al contrario expresarse. Porque, que yo sepa, ni Acebes ni Piqué iban allí a enchironar a nadie, ni a recortarle los derechos a nadie, ni nada.

Toda aquella panda de giliprogres no son más que un contumaz grupo de totalitarios. Lo que a ellos les gustaría es que nadie dijese ni mu, que todos nos tragáramos con calzador sus tesis totalitarias y su visión del mundo.

No estoy de acuerdo con el PP en muchísimas cosas, pero lo que no es de recibo es ir a pegar -porque fueron a pegar- a nadie porque piense diferente. Por mucho que se empeñen algunos, no son fascistas. De serlo -fascistas, digo- no hubieran tenido los santos cojones de hacer lo que hicieron. Más que nada porque les habrían puesto la cara bonita. Porque encima de todo son unos cobardes.

Lo fácil es gritar, increpar y llamar fascista. Lo difícil es hacer autocrítica y reflexionar sobre el modelo de vida que se quiere imponer al prójimo. Éstos capullos nos quieren viviendo a su manera -en la miseria-, en su lengua y en su país de fantasía. No conciben la libertad de conciencia, por mucho pijama que se pongan, mucho perro que acarreen, mucha flauta que toquen o muchas rastas que se dejen (pocas cosas más reaccionarias que un rastafari, por cierto).

Lo que jode, y mucho, es que a ni uno de éstos los van a ver ustedes ante ningún juzgado increpando a un terrorista, ni se manifiestan porque las mujeres lleven burka en algunos países, ni porque Corea del Norte amenace con ataques nucleares, ni nada por el estilo. Doble rasero, ya se sabe. Está muy bien hincharse la boca con la palabra libertad y cosas así, pero no pasan del discurso monocorde y la retórica. Fascista, sí, pero ellos.

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