Memoria contradictoria
No sé si será por la ley zapateril de recuperación de la Memória Histórica pero estoy leyendo una barbaridad de cosas relacionadas con la Guerra (in)Civil. De resultas, como buen epígono de Sócrates, cada vez tengo la sensación de saber menos al respecto.
Las viejas clasificaciones maniqueas están empezando a resquebrajarse en mi inerior; ya no tengo tan claro aquello de los bueno y los malos. Piensen ustedes lo que quieran, cuzifíquenme en la cruz que deseen y encasíllenme donde les apetezca, pero es así. Todo ello es producto de la caída de viuejos muros intelectuales que no me permitían beber en otras fuentes que las de la ortodoxia bienpensante. Por suerte, este, como otros muros, ha caído.
Acabo de llegar del FNAC, donde me he comprado un libro tiulado La Falange teórica. Me interesa, como historiador, lo que en él pueda decirse de este movimiento político. Más aun, el autor se confiesa secretario particular de Dionisio Ridruejo, padre intelectual –entre otros– de la generación que llevó a cabo la transición política en España a la muerte del dictador.
Les escribo todo esto porque de un tiempo a esta parte, como ya he dicho, están cayendo viejas clasificaciones que parecían inamovibles. Por ejemplo, tras leer algunos discursos de don indalecio Prieto y, sobre todo, de don Francisco Largo Caballero, llego a la conclusión que ni uno ni otro –y por extensión el propio Partido Socialista– estaban mucho por la labor de perpetuar una república que calificaban de "burquesa". Tampoco lo estaban, es cierto, gente como Calvo Sotelo, más interesado en mimetizar al fascismo italiano o a Alemania nazi. Pero llega la duda ¿era, realmente, la Falange un partido fascista? La lógica y la Historia así lo afirman, pero no todo está tan claro. Por lo menos en un primer momento y hasta el Decreto de Unificación firmado por Franco en el 37. No lo está porque en España ya existía un partido de corte fascista, camisa negra y saludo a la romana: el Partido Nacionalista Español del doctor Albiñana. No lo está porque Ramiro Ledesma, a la sazón fundador de las JONS, fue expulsado de la Falange por beligerante y maximalista. No lo está por los devaneos católicos de José Antonio Primo de Rivera –algo muy extraño en el ideario fascista al uso–. No lo está por el trasvase de gente del PC y de la CNT que recibió el pequeño partido después de su fundación ni porque en su ideario no aparecen contenidos xenófobos (más bien todo lo contrario).No está claro, no, que la Falange, en un principio fuera un partido fascista –como acabó conviertíendose después–, en todo caso era un partido falangista. Y no lo está, por último, por una serie de declaraciones del propio José antonio Primo de Rivera antes y después del "alzamiento" advirtiendo a "sus muchachos" a que no participaran en ningún movimiento "reaccionario" que perpetuase el sistema de privilegios ni a la casta de los "señoritos". Es curioso, por contra, que en el bando republicano existieran partidos que sí coqueteaban con el fascismo: el PNV y Estat Catalá.
Por otro lado, tampoco queda claro si el PC, que se hizo con el control en la zona republicana con la connivencia del PSOE, hubiera establecido un sistema decomcrático –más bien, y a tenor de lo sucedido apenas 10 años después en la Europa Oriental, todo lo contrario– en caso de haber ganado la contienda. En todo caso, todo apunta a que habría habido una nueva Guerra Civil; en esta caso enfrentado a anarquistas y comunistas.
Cada vez estoy más convencido de que la Guerra Civil es mucho más poliédrica de lo que se nos ha venido contando. Ni siquiera cuestiones como la reforma agraria o la nacionalización de la banca sirven para establecer una línea clara entre los considerados de "izquierda" y los de "derechas". Si bien es cierto que la República, en un primer momento, representaba los valores de la democracia, una vez internados en la contienda esa forntera se difumina. Al fin, dos totalitarismos frente a frente. Cabe señalar que tanto el PSOE como el PC jalonearon la sublevación anticonstitucional del 34; a todas todas, un intento por subvertir el orden democrático (igual que luego lo fue el del 18 de julio del 36).
No me posiciono, no rasgaré mis vestiduras en un requiem por nininguna de las dos emiespañas. Sólo diré que la Historia trató mal a este país y que por azares del destino un dictador mediocre, reaccionario y miserable acabó dirigiendo los destinos de esta piel de toro durante 36 años.
PD. Para evitar molestias innecesarias a lectores suspicaces debo aclarar que el motivo de este post no es legitimar la sublevación militar del 36, ni emular a Pio Moa, ni defender ninguna postura antidemocrática, sino exponer una serie de hechos, a priori sorprendentes, y dudas que me asaltan después de leer sobre la contienda y sus origenes. Creo que no está de más arrojar un poco más de luz al respecto sin caer en el sectarismo.
5 comentarios
boixo -
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boixo -
¿Era el nazismo un fascismo? ¿era otra cosa parecida?
Así que si descendemos a vuestra querida Spain la cosa se complica mucho.
Algunos expertos como Pain hablan de movimientos fascistizantes para curarse en salud a la hora de llamar a algo FASCISMO (así con mayúsculas)
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Kali -
Pero si que es verdad que a una parte de esa españa se la ha estado venerando y exaltando durante mucho tiempo mientras que a la gente que componia la otra no le han dado derecho ni a enterrar sus muertos. No me parece mal que se les de un poco de cancha a aquellos que han estado tan puteados durante mucho tiempo...ayudará a que en este país las cosas se normalicen.