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librodearena

Transporte impúdico

Aquí el arriba firmante reconoce que tiene la mecha corta y el muelle suelto y que se engorila con una facilidad pasmosa. Pero en esto del oficio de escribir, más cuando siempre que escribes lo haces para mentarle los muertos a alguien, acabas por llevarte por delante a alguno que pasaba por ahí. Siempre hay un justo en Sodoma y las generalizaciones nunca son ciertas se hable de quien se hable. Así que desde esta humilde página les pido perdón a todos aquellos que pasaban por allí y a los que les ha caído encima una lluvia de improperios sin venir a cuento. A los que me leen fuera de Cataluñalandia, que se que son unos cuantos, les diré que aquí, como en todos lados, hay de todo. Que nacionalistas—o independentistas como dice mi compadre Niqmad—los hay de todas formas y colores y el arriba firmante se pasa—a veces—tres pueblos. Así que vaya esto por delante, no sin confirmar lo ya escrito sobre el susodicho soplapollas al que tan tiernas palabras le he dedicado estos días de otoño. De todas formas esto no equivale a una bajada de pantalones y una aceptación del credo barretinaire, eso ni de coña, compadres.

Dicho esto les quiero hablar de una cosa que me ha tocado la bisectriz. Resulta que al primer momento que aquí el que escribe tiene para dejarse caer sobre el sillón reclinable de su vieja, va algún gilipollas y me empiza a contar batallitas del transporte público. Para cagarse. Resulta que aquí su señor amigo es un asiduo de eso que llaman trransporte público y que cobran como privado. Aquí mucho ayuntamiento tripartito, ecosocialista y megachuli pero cada año te la meten doblada a la hora de pagar el metro—o autobús--. Seis euros, seis, que cuesta la puta tarjetita con 10 miserables viajes que me ventilo cada semanita y que pago religiosamente, cada lunes por la mañana, entre la legaña de turno y el improperio vespertino de don Federico. Y eso sin contar los 1,80 euritos que cuesta el billete de autobús desde mi pueblo a las afueras hasta la capita del imperio. Un atraco, por eso voy en coche y que le vayan dando al bus, Jesús.
Pues bien, decía la pieza—en argot piniodístico—que el ayuntamiento estudia nuevas maneras de hacer más atractivo el transporte público. Yo como no pongan a una mama chicho despelotándose no columbro lo que me puede excitar del mencionado método de transporte colectivo. O eso o dejar de cobrar una pasta gansa. Vamos. Porque lo que el arriba firmante cree es que el metro, el autobús y el Concorde son, basicamente, transportes englobados en la categoría de caros de cojones. Porque dejarse mil del ala—de las antiguas pesetas—por 10 viajecitos en metro es como montarse en los autos de choque, oiga. Un timo.
Así que todos estos progres del ayuntamiento—que van en coche oficial—que no me intenten vender una moto pintada de verde porque no. Aquí si la peña pasa un huevo y medio del transporte público es porque te meten unas clavadas del 15 y sales tiritando.
A ver si se les enciende la bombilla y dedican toda la viruta que van a sacar, los muy piratas, por cobrarte por aparcar en Barcelona lo dedican a financiar el transporte público y darnos algo de vidilla. Porque si no vamos listos, compadres. Al final aquí el arriba firmante va a optar por colarse y que pague su puta madre. O sea.

2 comentarios

el autor -

Jajajajaja, lo veo difícil, company, pero nunca se sabe...

Niqmad -

Tu no et preucupis... tard o d'hora veuràs la llum! jejejeje :)