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Una deuda pendiente

Una deuda pendiente

De vez en cuando, entre tanto capullo integral y charlatán de tres al cuarto, uno se encuentra con personas que valen un Potosí. Y a veces –repito- te da la sensación de que esa persona y tú ya os conocéis de otra vida y no hacéis más que reencontraros en esta para tomar unas cañas y darle a la sin hueso  hasta altas horas de la madrugada. Como mi Amiga Mónica, una asturiana afincada en Madrid con unos cojones más grandes que el caballo de Espartero­ -ése que está al lado del Retiro-. Mi amiga es una tia valiente y con más mili encima que el cabo Tres Forcas. Así lleva a los maromos, que le bailan el agua con una sola mirada de esos ojos celtas y pícaros. Porque tendrían que ver ustedes cómo le suena el móvil cada cinco minutos, con llamadas de amigos y pretendientes. Y mientras ella despacha peticiones y súplicas, uno se siente afortunado de estar allí, frente a una jarra de cerveza con una mujer como Dios manda. Y si aquí el autor no tuviera acartonado el sentimiento amoroso y no fuera un golfo de tomo y lomo, se colaría hasta los huesos de esta vallecana de adopción. Con ella tengo una deuda, que espero saldar, en parte, con estas líneas y con algunos paseos por mi querida Granada. Gracias a su paciencia infinita pude pasearme por el Prado y  babear a gusto ante el retrato de Olivares y frente a la Rendición de Breda que pintó el maestro Velázquez. Pude, entre las calles de la Villa y Corte, sentirme un poco veterano de Flandes, y eso, señores, no hay dinero que lo pague.

Así que vayan por ella estas palabras, mi admiración y mi amistad incondicional. A su servicio pongo mi toledana y mi vizcaína ­-ella ya me entiende- por si algún día le hacen falta. Aunque lo dudo, porque hay que tener arrestos para tenerla delante con los brazos en jarras  y que no te tiemblen las piernas. También va mi deseo de que encuentre pronto a ese perrito huérfano y le dé todo el amor que sólo ella es capaz de darle a un cánido. Porque como dice Mónica, los perros valen más que las personas. Será que tengo algo de cuadrúpedo, pero a mí me parece que alguien a quien no le gusten los perros no es trigo limpio. Por ello, y por tantas y tantas cosas, le mando un beso muy grande desde la orilla de este Mediterráneo que tanto le gusta.

1 comentario

Mónica -

Joderrrrrrrrr... es difícil, pero una vez más has conseguido dejarme sin palabras. Gracias por todo... por tu sonrisa, tus letras, tus miradas, tus gestos, tus palabras, tu confianza... Gracias por tantas cosas que si quisiera plasmarlas necesitaría 1000 páginas. Pero sobre todo GRACIAS por haberme hecho sentir tan viva estos días, por haber podido disfrutar de esa cara de tremenda ilusión y felicidad en tantos momentos vividos estos días... No hay dinero en el mundo que pueda pagar el haber vivido algo como estar a tu lado en el encuentro con la Rendición de Breda y otros tantos momentos mágicos vividos...