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Israel

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Uno de los asuntos que más despiertan la susceptibilidad de muchos es la existencia del estado de Israel. Para entender un poco la cuestión es preciso adentrarse en la historia del pueblo judío y en la más reciente historia de Oriente Próximo.

Cualquiera que se haya interesado por la historia del pueblo hebreo habrá comprobado que la mayoría de sus fiestas celebran la salvación de los hijos de Abraham de algún enemigo extranjero. Así, en Sukot se celebra el periplo por el desierto después de haber abandonado Egipto; en Hanuká se  festeja la resistencia frente a los sírios-griegos;  el propio judaísmo toma cuerpo en Babilonia después de la deportación a la que fueron sometidos los judíos por parte del rey Nabuconodosor en 597 a.C.

Más tarde, en concreto unos 50 años antes de nuestra Era, Pompeyo entra con sus legiones en Palestina.En el año 70 d.C. Tito arrasa Jerusalén y destruye el Templo. Más tarde, Adriano expulsa a los judíos de su tierra en el 131 d.C. tras una guerra que dejó unos 600.000 muertos hebreos..

Se inicia la diáspora, período en el que el judaísmo se extiende por Europa, África y Asia. Durante la Edad Media los judíos son marginados, desterrados e incluso eliminados de varios reinos europeos. Como paradioja cabe decir que los musulmanes siempre se  mostraron tolerantes para con los hijos de Abraham. En la Europa medieval, por el contrario, se les consideraba como el origen de todos los males, siendeo habituales los progromos tras periodos de peste, hambruna o cualquier otra cosa que se pudiera achacar como excusa.

De esta tradición antisemita bebe directamente  el nacionalsocialismo. No queda mucho que decir al respecto; más de 6 millones de judíos fueron exterminados por el regimen nazi hasta su derrota en 1945.

Resulta paradógico que después de este genocidio todavía fueran mal vistos en algunos países europeos. En concreto, en Polonia se originó una revuelta antisemita al finalizar la II Guerra Mundial. Todo ello por no hablar de la complicidad de naciones como las bálticas (luego tan admiradas), la croata, la húngara, y algunas más, en el propio genocidio. Incluso el propio Stalin inició campañas antisemitas dentro de la Unión Soviética.

Desposeidos de todo, la mayoría con sus familia masacradas en campos de concenytración, los judíos miran hacia Palestina como lugar donde establecerse. Con anterioridad, en 1917,  lord Balfour acuerda un pacto por el que Gran Bretaña permitirá el establecimiento de un estado judío en Palestina a cambio de recibir apoyo económico durante la I Guerra Mundial. Este acuerdo quedó pronto como papel mojado y los judíos tuvieron que sortear grandes dificultades para poder emigrar a Palestina. Al final, en 1947 la ONU –recién constituida- declara la partición de Palestina en dos estados: uno judío y uno árabe. La zona que se otorga a los judíos es la costera y apenas dispone de territorios fértiles. Por el contrario, los árabes reciben la zona del río Jordán, rica y próspera.

La reacción árabe, encabezada por el Gran Mufti de Jerusalén, Hadj Amin Husseini, gran admirador y huésped durante años de Adolf Hitler,  no se hizo esperar. Pronto, la liga árabe acordó “expulsar a los judíos al mar”. La incapacidad árabe, las rencillas internas y la falta de organización condujeron a la derrota de los ejércitos coaligados a manos de voluntarios judíos mal armados pero excelentemente organizados.

Suele decirse que Israel contó con el apoyo inmediato de los EE.UU.. Falso. El Secretario de Estado Marshall  y los embajadores en países árabes se mostraron en contra del estado de Israel. Se llegó a proponer que Palestina se convirtiera en un protectorado bajo soberanía de la ONU. Fue la intervención pesonal del presidente Truman lo que facilitó las cosas. De todas formas, quedaba un embargo para que los judíos pudieran importar armas y suministros antes de la declaración de guerra árabe, medida a la que los árabes no estab sujetos. En un momento de desesperación, la Agencia Judía llegó a estudiar la posibilidad de aceptar tal propuesta. Los árabes, por su parte, la rechazaron seguros de que expulsarían a los judíos. En medio de este drama, el rey Abdullá de Transjordania llegó a un acuerdo con Golda Meier (una de las principales líderes judíos) para apropiarse de la zona que la ONU había destinado al futuro estado árabe. El plan era sencillo, los transjordanos se pararían en las fronteras establecidas por la ONU y se anexionarían el territorio. Este hecho ejemplifica, una vez más, el interés real de los árabes por la causa palestina.

Tampoco Gran Bretaña se mostró muy partidaria de l nuevo estado judío. Durante su último periodo en Palestina, miró hacia otro lado cuando los árabes atacaban a los judíos y reprimía con dureza a éstos cuando se defendían. El caso del bloqueo árabe de la carretera que unía Tel Aviv con Jerusalén es un claro ejemplo.

 Tras la guerra de la independencia, Israel fue sucesivamente ganado territorios en todas las guerras posteriores. Guerras que, en todos los casos, fueron iniciadas por los árabes (menos la de los 6 Días, que fue un ataque por sorpresa israelí en previsión de una invasión árabe). En la Guerra del Yom Kipur, Israel se plantó a escasos kilómetro de Damasco y ocupó la península del Sinaí. Estos territorios fueron devueltos (menos los altos del Golán, ya que son las fuentes del río Jordán y los ririos pretendían cortar el suministro de agua). En 1979 se firman los acuerdos de Campo David entre Ménahem Begin y Anuar el-Sadat. En ellos Israel devuelve los ya citados territorios del Sinaí y Egipto reconoce al estado de Israel. Sadat pagó con su vida su visita a Israel y su alocución en la Knesset (el parlamento israelí), ya que en 1981 fue asesinado por un grupo de integristas durante un desfile.

Desde entonces se han sucedido entifadas y enfrentamientos. Israel se ha retirado de los territorios ocupados de Gaza, y de Cisjordania y ha aceptado la existencia de la Autoridad Nacional Palestina. Por el contrario, los palestinos no han dejado de cometer ataques terroristas contra Israel. EEUU y la UE han destinado miles de millones de dólares a dotar de infraestructuras a la ANP. Todo ese dinero se ha quedado en cuentas suizas a nombre de Arafat y sus acólitos.

Ahora tenemos a Hamas gobernando la ANP y se vislumbra una guerra civil entre palestinos por el poder (más de lo mismo). Los sucesivos gobiernos de Israel han declarado que si se les garantiza su seguridad no tendrán ningún problema en seguir con el proceso de paz. Bajo mi modesto punto de vista los árabes tienen la pelota en su tejado pero son incapaces de estructurar una política razonable alejada de maximalismos y reclamaciones sin sentido 58 años después del establecimiento del Estado de Israel.

Por último, quería decir que uno puede simpatizar con el Estado de Israel y con el pueblo judío y estar en contra de las acciones de su gobierno de turno. Los asesinatos selectivos no son tan selectivos como debieran y se suele meter la pata. Todo ello no es óbice para que muchos pensemos que a estas alturas es absurdo discutir sobre si Israel tiene o no tiene derecho a existir: existe y punto. Ahora lo que toca es que los árabes intenten llegar a un acuerdo razonable con los judíos y puedan vivir en paz cada uno en su estado. Si no, los árabes llevan las de perder.  Deberían de aprender de su propia historia y cambiar de líderes.

Pesea  que en Israel existe nacionalismo, el estado se sustenta en los principios de cualquier democracia. Israel no pretende ser una Gran Alemania ni la Umma de los fieles, sólo quiere ser el refugio para millones de judíos perseguidos a lo largo de los siglos.

2 comentarios

a y m -

malísimo

El Capitán Trueno -

Comentario muy razonado, equilibrado y ajustado a la historia, me resulta imposible encontrar una línea de discrepancia. Estoy totalmente de acuerdo con lo expuesto.

Desgraciadamente, el complejo político-mediático europeo está trufado de simpatías -y de algo más- hacia la causa subjetiva de los palestinos, que son los terroristas, básicamente por una razón: el antisemitismo latente en Europa desde la Edad Media originado por el cristianismo (no sólo el Vaticano, Lutero fue un furibundo judeófobo), y luego propagado por los nacionalismos alemán, ruso y francés.

En el siglo XXI el islamismo ha tomado como caballo de Troya para convertir Europa en un "queso de Gruyere" el mismo antisemitismo, contando con la ayuda de los "tontos útiles" de la extrema derecha, de la derecha nacionalista tipo Chirac, y de toda la izquierda relativista que predomina en el progresismo europeo.

¡Pobre Europa!

¡A por ellos!
El Capitán Trueno